miércoles, 25 de mayo de 2011

Mitos leyendas



El mito.

El mito del griego “Mythos” quiere decir fábula, es una narración encomendada a sucesos religiosos que, basada en un hecho real, histórico o filosófico declara la génesis del universo, los comienzos del mundo y eventos de naturaleza ilustre, lucha, coraje y astucia, a través de la palabra. 

Eliade (1985) presenta la siguiente declaración: “el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución.” (p.12). 

En los mitos aparece la relación que se establece entre los aspectos sagrados y milagrosos con los de carácter humano. Por tal razón dista del cuento, que es un juego de fantasía donde el bueno generalmente vence al malo, en divergencia con el mito, que plantea el desafío del ser humano con su destino y la fiereza de los señores e impacto sobre todas las cosas. En los mitos, se emplean muchos símbolos que a pesar de utilizar representaciones populares se refieren a personas y objetos que encarnan ideas como la bondad, la maternidad, la maldad, la valentía, etc.

El mito es una refutación poética a una penuria espiritual, a deseos de integridad, a disposición social y también a satisfacción de insuficiencias prácticas, como el fuego, claramente relacionado con los cultos y los ritos. Los mitos se convierten en la retentiva colectiva de una comunidad y se transfieren de una generación a otra, por medio de relatos enunciados tratando de encontrar esclarecimiento a hechos que no son inteligibles. 

Eliade (1985) menciona: “Por el mismo hecho de relatar el mito las gestas de los seres sobrenaturales y la manifestación de sus poderes sagrados, se convierte en modo ejemplar de todas las actividades humanas significativas” (p.13).

Para generarse el mito son necesarias tres razones; las experiencias inmediatas, que nace de la existencia misma, del conocimiento de la vida, partiendo del contexto en el que vive, los valores o anti valores que son los impulsos que se generan por el sufrimiento y el goce de la humanidad y los fines radicales, lo inevitable, lo más seguro desde el momento en que se nace: la muerte.

Dice Eliade (1968) “Conocer los mitos es aprender el secreto del origen de las cosas. En otros términos: se aprende no sólo como las cosas han llegado a la existencia, sino también donde encontrarlas y cómo hacerlas reaparecer cuando desaparecen.” (p.20).


La leyenda es una narración tradicional que corresponde a medios históricos reales y acontecimientos inmateriales, que tienen como cometido ser leídas. Leyenda se origina del latín medieval “legenda” o “lo que concierne ser leído”. Denominación que proviene del hecho de que algunas actividades religiosas de la primitiva Iglesia cristiana se leían en voz alta.

Las leyendas son realidades que a medida que transcurre el tiempo y se traspasan, son encumbradas y tomadas como prototipo en la línea de tiempo de las descendencias futuras.

Entre los mitos y las leyendas existe una estrecha relación que radica en su origen, pues los mitos son fantásticos mientras las leyendas se basan en un hecho real que se ha enaltecido. Como enuncia Obregón (2001): “Es que los mitos van hilando leyendas que siempre más sobrevivirán en el fondo de la historia” (p.28). Las leyendas son relatos que justifican prácticas y costumbres y divulgan el origen de ideales religiosos; de allí que sean protagonizadas por héroes o personajes que puedan servir de modelos a una comunidad.

Considerando clara la pleitesía rendida a sus figuras interpretativas, la humanidad ha enmarañado a través de la historia y el reconocimiento con otras culturas, todas y cada una de sus tradiciones orales, forjando la comunicación global entre sociedades que se movilizaban por diferentes razones. La llegada de los españoles se vio sorprendida por algunos rasgos antropófagos, razón por la cual, emplearon un claro proceso de conversión y de explotación; el comercio inhumano y el afán por civilizar y cristianizar, atropellaron a los grupos indígenas que se oponían a la clara ambición que tenían los exploradores recién llegados de poseer sus valiosos tesoros (para ellos su valor artístico y espiritual) y sus tierras. 

Afirma Duque Gómez (1970):

“Puede afirmarse, después de leer las crónicas que describen la conquista del territorio caldense, que no obstante el espíritu cristiano y la nobleza que por regla general inspiraban las campañas del mariscal robledo, violentos sistemas de pacificación fueron desencadenados contra las poblaciones indígenas rebeldes, las cuales perecieron a manos de gentes inhumanas, lo mismo que en los trabajos forzados de la minería, en las encomiendas, en tanto que algunos grupos huyeron a zonas todavía no perturbadas por los intrusos, a las selvas situadas hacia el occidente.” (p.56).

Conquista basada en escenarios no comprendidos de historias mágicas y rituales sangrientos que presenciaron, y a la vez repudiaron, por su no interpretado carácter o supuesto nivel de salvajismo.

Aunque muchos mitos y leyendas se han perdido con la historia, los que prevalecieron tuvieron una evolución constante; las culturas que fueron obligadas o las que simplemente emigraban en diferentes direcciones y a diferentes lugares donde la geografía permitía el acceso y el asentamiento, con ellos viajaron sus historias fusionándose con valores históricos de culturas antiquísimas y conformándose en lo que actualmente son países. En un estudio hecho en los años veinte sobre los mitos y las leyendas de los antiguos pueblos de América, Krickeberg (1968) menciona que todas estas historias fueron escritas y reseñadas por personas que en su época no eran de alcurnia y no tenían especial énfasis e interés en la escritura y asuntos de este tipo, como así lo expresan normalmente monjes o soldados que eran quienes obtenían más información por las realidades que vivían en torno al aplacamiento de rebeldes o sencillamente a la emancipación de la religión. Teniendo en cuenta los roces culturales, afloraron ante los visitantes llámense conquistadores, tribus contiguas etc., circunstancias de carácter mágico y el enriquecimiento de la comunicación, llevando al mundo a un cambio biológico y a la hibridación de las culturas.

Krickeberg (1928) menciona también que muchos de los textos existentes sobre antiguos contactos con usos orales datan de los siglos XVI y XVII, donde el interés hispánico viraba próximo al entendimiento de los cuentos fantásticos y de aventuras como signo para desarrollar el proceso de conversión por parte de los misioneros.

Entre los textos más famosos de la edad media está La leyenda dorada (Legendi di sancti vulgari storiado), escrita en latín en el año 1264 por el dominico genovés Santiago de la Vorágine, donde los hechos de la vida de los santos se aproxima en consecutivas ocasiones a la fantasía. 

Otra diferencia entre leyenda y mito es que la leyenda concierne a un lugar y a una época determinada, por el contrario el mito alude a los orígenes, que suelen estar fuera de nuestra conciencia del tiempo.


Mitos y leyendas colombianas.





ESCRITO E ILUSTRADO POR:
CARLOS ANDRÉS COLORADO GAVIRIA


EL ARRIERO DEL TIEMPO


AGRADECIMIENTOS




“Muchas son las transformaciones que en el mundo ha vivido la humanidad sobrepasando sus propios límites y los de la naturaleza en busca de su propio beneficio”

Agradezco enormemente a mi esposa Mónica y a mis padres por su paciencia, a todos y cada uno de los que me inspiraron en este trabajo, a los que me sirvieron como auditores y me servirán como lectores, ofrezco mi gratitud.

Gracias al profesor Carlos Alberto Hoyos por la asesoría brindada, por forjar con sus consejos el espíritu creativo y por no cortar las alas de la imaginación y a la profesora María del Carmen Falcón por el tiempo y la atención prestada.

Miles de gracias a la comunidad de la vereda Mundo Nuevo por el interés que mostraron al contar sus historias y anécdotas, por sembrar con sus vivencias las semillas de los mitos y leyendas que serán cultivados por las generaciones futuras.

Son merecedores de darles las gracias y rendirles homenaje a todos los que hace quinientos años y aún hoy luchan por sus raíces, por la vida y por el respeto a la naturaleza y al arte.

¡Libertad!

Gracias.


PRÓLOGO




Mitos y leyendas: el exilio de la cultura Quimbaya, sus vestigios arqueológicos y orales en la vereda mundo nuevo, es un tema que resumí en la novela de orden histórico sobre la cultura Quimbaya “El arriero del tiempo”, mitos y leyendas documentados según entrevistas que hice a las personas de la vereda Mundo Nuevo para interpretarlos de forma escrita y visual con elementos narrativos apoyados en los estudios de varios historiadores como Pedro Cieza de León, Juan Friede, Luis Duque Gómez, Hernán Palacio Jaramillo, etc., para la construcción de una historia llena de personajes pero con un solo protagonista.

Maicon Soto, un joven mestizo que en su afán de indagar su procedencia, se ve involucrado sintiendo el rigor de la conquista y la colonización a las tierras de sus ancestros. Al iniciar su recorrido a las tierras santas de sus antecesores tropieza con una deslumbrante figura de un duende de oro; sin saber esta lo lleva a un sueño profundo viviendo las realidades mitológicas de diferentes épocas, hasta  la conquista, la colonización y las rebeliones que guían a su pueblo a la libertad y a la creación de nuevas culturas.

Es así como vivencia en su sueño el ambiente del grupo humano Quimbaya quienes proyectaban sus sueños y tradiciones en el manejo artístico del oro y la cerámica, el cuidado de la tierra y el comercio de la sal, entre otros productos. Conoce a los seres humanos que no buscaban un lugar en el mundo, puesto que ya tenían el suyo; por lo tanto su ambición primaria era sostener su civilización como lo habían hecho sus ancestros, nunca esperaron tener en sus tierras nuevos seres que solo buscaban enmudecer sus creencias, corromper su libertad y poner en peligro su identidad.

En su sueño y en el contacto con las diferentes épocas, se encuentra con conquistadores, colonizadores y habitantes de la vereda Mundo Nuevo, que dejaron en la memoria de los suyos y a la posteridad diferentes crónicas, con palabras que construyeron la realidad que vivieron por descubrir un mundo nuevo al toparse de frente con las transformaciones que tuvieron los nativos a partir de sus creencias tras el choque de las tres razas (indígena,


africana y española) y la modificación o fusión del contenido de su mitología  con elementos cristianos heredados a su raza mixta o mestiza.

Maicon viaja por una línea de tiempo y espacio que lo lleva a encontrarse con una serie de sucesos, entre consejos de guerra, traiciones y enfrentamientos alevosos y sangrientos que dan como resultados héroes y leyendas. Para hallarse en la libertad de un pueblo que rehace su vida entre las montañas y los caminos de herradura, con una tradición oral renovada por las comunidades pasadas que habitaron y habitan la vereda Mundo Nuevo, creando los mitos campesinos colombianos o mitos mestizos.

Me permito por medio de este proyecto, interpretar las creencias del pueblo colombiano apoyado en el imaginario simbólico del colectivo, empleando como herramienta la ilustración, teniendo en cuenta el juego entre el símbolo, el color y las imágenes, proporcionando un viaje por el pasado de nuestra historia, implicando al espectador en sucesos que justifican el estado actual de los relatos míticos y legendarios en la vereda Mundo Nuevo. La historia ostenta con palabras e imágenes el acontecer de un mundo fantástico, la narración guiará al lector en una realidad que se vivió y que muestra en las palabras de nuestros abuelos segmentos que siguen vivos en la oralidad.


CAPÍTULO 1


QUIMBAYAS


Maicon era un joven de 25 años, estudiante de arte en una reconocida escuela de la ciudad de Pereira, habitante de un tranquilo, apacible y atractivo lugar, la vereda Mundo Nuevo la cual fué fundada en el año 1929 por el señor Pedro Osorio quien inicialmente le dió el nombre de la montañita, dejó la zona y regresó en 1932, al encontrar nuevas construcciones decidió cambiarle de nombre por Mundo Nuevo (nombre que recibe actualmente). Mundo Nuevo fue declarado patrimonio arqueológico histórico de Colombia (resolución 097 junio 4 de 2004 –ICANN-) Sus suelos pertenecen a la unidad de Chinchiná que es de baja fertilidad natural, pero los campesinos dan un buen uso de esta llevando a tener unos productos de excelente calidad; entre estos encontramos cultivos de plátano, café, tomate, cítricos, maíz. Mundo Nuevo maneja un clima cálido que ofrece buenas alternativas de vida para sus habitantes, puesto que este posee amplias zonas verdes y una formación bosque muy húmedo. También cuenta con una flora y fauna muy variada repartida en diferentes sectores de la misma. Por su ubicación en una zona boscosa, su bajo nivel  de contaminación y por su gran riqueza vegetal, las personas de la ciudad buscan realizar en esta vereda actividades deportivas como lo son el ciclismo y el atletismo. Esta zona pertenece a la formación vegetal bosque muy húmedo premontano (bmh-pm), que se caracteriza por tener una temperatura promedio de 18 - 24 º C aproximadamente. En esta zona de vida, la lluvia excede a la evapotranspiración lo cual indica un buen sobrante en el suelo. La vereda Mundo Nuevo se encuentra ubicada al sur oriente del municipio de Pereira. Cuenta con una altura de 1511 m.s.n.m, un clima cálido con temperaturas entre los 18 y 23º C  y una precipitación media anual de 1300 m. Se encuentra a 4,66  kilómetros de Pereira aproximadamente; sus coordenadas geográficas son:
04º   47´   08´´     de latitud norte.
75º    41´  06´´     de longitud oeste.



·    INFORMACIÓN DE PRIMERA MANO de Luisa Vergara, Marielly Cardona Tutinas, Julián Naranjo, estudiante grado 11º institución educativa Mundo Nuevo. Pereira, Mayo 20 de 2009.


El terreno que presenta la zona es quebrado y ondulado en un 100%, se caracteriza por una topografía con algunas fases de fuerte pendiente del 12% - 25% - 50%. Los suelos son de características físicas excelentes. Para el área la precipitación anual esta alrededor de los 1.176  mm y la humedad relativa es del 79% aproximadamente. Tierra cultivable: 100,00 %. Cosechas permanentes: 40,00 %. Otros: 00,00 %. La vereda posee diferentes rutas de acceso a la ciudad que se encuentran en los sectores de: Los Parras (vía la mina, vía principal), el Salado (vía la curva), vía el Chocho y vía la Florida. Limita: al norte con la vereda el Chocho, al sur con la vereda la Gramínea, al oriente con el municipio de Pereira, al occidente con el corregimiento del Manzano y la Florida. La vereda Mundo Nuevo cuenta con un recurso natural muy importante que es el río Consotà o Neiguet (nombre indígena) este río comunica a Mundo Nuevo con otras veredas también esta rodeada por las quebradas san Antonio, la víbora, el chocho.
Maicon pasó toda su vida campiranamente y al finalizar sus estudios secundarios decidió desarrollar sus capacidades creativas. Vivía interesado en sus raíces, en conocer el origen de su familia, tal razón lo llevó a enfocar su atención en la tradición oral de los grupos indígenas colombianos, visitó museos, bibliotecas y todo tipo de instituciones que le aportaran eslabones a su cadena investigativa y las verdades que quizás habían quedado bajo el polvo del olvido.
Tras recorrer varias ciudades, caminos, veredas y trochas, surgió el interés por conocer esos vestigios de los que tanto hablaban, de los que en la vereda donde creció se testificaban como extraños, a parte de los cuentos de media noche que contaban los abuelos, esos mitos y leyendas que le daban vida a la imaginación, supuso que si escudriñaba en esos sitios misteriosos algo encontraría que alimentara su teoría. Las minas de El Salado serían el punto de inicio de su travesía.
El camino se encerraba tras la maleza y el rio que guiaba a los visitantes por segmentos de basuras que bloqueaban el magnifico brillo que la historia tenía por mostrar. En su interacción con el medio, registró con fotos cada ángulo interesante del vestigio, se acercó, se alejó, escribió y dibujó cada detalle de interés, después de un rato al sentirse cansado, se sentó y mirando sobre el, vió un árbol que le llamó la atención, siempre desde pequeño le gustó treparse donde podía, delirios de hombre araña.
-Sacaré unas buenas fotografías desde allí.
Se dijo y sin dudarlo trepo hasta la parte más alta; era un enorme árbol de guayabas agrias, que a la vez saciarían el hambre que empezaba a sentir, como decía Orlando alias Vegeta: “mantiene esa Solitaria alborotada”. Sin soltar su cámara ni su libreta de dibujo subió algo atosigado, olfateando e imaginando esas deliciosas guayabas con sal y limón en su boca, torpemente ya casi en la cúspide se apoyo sobre una rama seca y escuchándose la ruptura de esta su grito hacia el suelo se extendió por el rio abajo.

-¡Aaaaaaaaay juep…!

EL golpe pudo haber sido más fuerte de no ser por un cúmulo de maleza que se abollonaba sobre la raíz del árbol. Sin moverse de donde cayó, soltó la carcajada y paso varios minutos calculando el trayecto que recorrió en el aire, luego se recompuso y tomando su espalda se dirigió hacia los pozos para continuar con la investigación. Se inclino para observar la múltiple variedad de insectos, además de la calidad del agua que posiblemente no era mas que el servicio público utilizado por los visitantes, vió algo que en el fondo del pozo de ladrillos titilaba, “como cuando Pippin vió la esfera de Saruman resplandecer en el agua, en El señor de los anillos: el retorno del rey”, enseguida sumergió su brazo agarró algo y lo sacó. Era una figura de un duende como los que contaban los abuelos, supo sin dudarlo de que se trataba de oro macizo, reclinó su espalda contra una mata de plátano y poco a poco se dejó deslizar hasta terminar sentado en la tierra. La puso sobre el suelo y la observó mientras se preguntaba:
-¿Si fue tan fácil para mi encontrarla, los profesores, alumnos, parejas y demás personas que vienen aquí por que no la percibieron, o será una cámara escondida?
-Si me ven con esta reliquia, estaré muerto en menos de lo que canta un gallo.
Mientras pensaba en todo lo que podría comprar si lograba averiguar de cuantos quilates era la pieza, dibujaba la figura con sus carboncillos sobre el block edad media que nunca le faltaba, estuvo ensimismado divagando entre ideas y pensamientos. Recordó todo lo que su papa le decía cuando pequeño sobre los buscadores de guacas:
-No olvide mijo lo que decía Cosiaca ¡más vale buscar algo sin buscarlo que encontrarlo!

Maicon nunca había entendido bien si la oración de Cosiaca tenía coherencia, pero para empezar era un buen pensamiento.
 -¿Sabes quien fue Bambú?
-No, nunca he escuchado de él, ni lo he visto apa.
Dijo el pequeño Maicon.
-Bambú el guaquero de las doce, así lo llamaban, fue quien hizo famosa la hora boba para el encuentro con lo sobrenatural, dicen que vivió desde los tiempos de Cosiaca, no era cuentero, ni el bobo del pueblo, la verdad se sabe poco sobre el, solo que fue un suertudo guaquero, algunos de los viejos abuelos arrieros venidos desde Antioquia se lo encontraban en bares del centro de Pereira y fue tal su fama conseguida, que aquellos sitios en esa época eran muy concurridos solo por su presencia, las personas lo visitaban para escuchar sus famosas historias que aunque parecían ficticias daba fe de ellas con muchas de sus cicatrices, muchas de ellas hechas adrede pensaban algunos, de una u otra forma el hombre se hizo famoso.
-¿Que historias contaba ese señor?
Insistía Maicon mirando a su padre con atención.
-Según el, fué uno de los pocos que recibieron los antiguos conocimientos de los chamanes, el poder para convertirse en animal y visitar otros planos astrales y recibir de los espíritus de la naturaleza favores como las curas a las enfermedades, la buena suerte y el bienestar, cada domingo contaba una historia diferente, una donde el era el protagonista.
Maicon recordaba su infancia con alegría, los atardeceres en los cafetales de don Roberto, las mandarinas donde don Ernesto y las fiebres después de pasar todo el día metido en el rio, los regaños de sus papas, por un instante el sintió con la figura en sus manos que aquellos tiempos pasados no estaban lejanos. La calma se vió truncada por un ruido que rompió su concentración, se puso en pie y observó a cada lado, pero al parecer el ruido solo estaba en su cabeza, escuchaba gritos y lamentos que no cesaban, en especial un susurro que decía… Consota… Consota… repitiéndose incesantemente.
El ruido se hizo tan intenso hasta el punto de mezclarse con una luz brillante que brotó de la figura, tomó su cabeza con las dos manos y perdiendo la visión cayó desmallado doblando las rodillas en el suelo… hubo un silencio sepulcral.
 Maicon después de despertar y recomponerse se dió cuenta de que estaba en un lugar extraño, un lugar diferente al que recordaba, el contexto a simple vista se asemejaba a una época muy antigua a la que el pertenecía. Caminó y atravesó unos arbustos y entre la maleza vió a unas personas que trabajaban agachadas moldeando una tierra de color rojizo… eran indígenas y estaban en el mismo lugar, pero no en el mismo tiempo.
–Esto tiene que ser un sueño ¡no! mejor una pesadilla ¿Indígenas y en esta época?
Se preguntó, sin dudarlo y con temor de que no entendieran sus palabras, se acercó a ellos.
– Disculpen ¿donde estoy?
Lo miraron y se sonrieron a la vez que cuchicheaban entre si.
–Disculpen ¿como se llama este lugar?, Dios mío no me entienden, por favor díganme ¿Cómo se llama este lugar, donde estoy?
Por unos segundos los miró tratando de sacar de sus labios una respuesta, la incertidumbre perforaba su paciencia. De repente una mano rojiza y robusta se apoyó en su hombro, el la miró y lentamente se dirigió hacia atrás. Un hombre de mediana estatura, corpulento y con adornos exóticos, le sonreía con un rostro burlesco.
-No preguntes tanto, sígueme.
Maicon lo siguió cruzando tras el hombre una pequeña quebrada donde habían unos jovencitos jugueteando, trataba de no perder pista a sus robustas y fuertes pisadas hasta que llegaron a una choza donde lo recibieron como lo recibía su mama al llegar del colegio. Según su observación lo trataban como si ya lo conocieran, como si fuera alguien de gran importancia para su comunidad, posiblemente alguien de un rango alto, un sacerdote o quizá un chaman; aunque no vestía nada parecido. Quizás un cacique por la preferencia que recibía. En algún momento había leído sobre caciques de la tribu Quimbaya y el más cercano según el sitio donde apareció era el cacique Consota o alguno de sus vecinos.
Tras el elegante recibimiento, Maicon a quien llamaremos Consota, se postró sobre un sillón fabricado de guadua y helechos secos, con plumas doradas formando símbolos que interpretaban algunas de sus costumbres; recibió de las manos de una hermosa joven de piel café- rojizo, un libro con dibujos en su totalidad, semejante a aquellos libros pictóricos de los Aztecas. Consota lo abrió y observó que eran páginas hechas de diferentes materiales, como cortezas, pieles y hojas tratadas con tal pulcritud, haciéndolo una obra única que ningún ojo humano posiblemente podría ver. Fabulosos trazos que el carbón manchaba sobre las páginas coloridas, alcanzaban a revelar toda una cultura, una sociedad artística que se emancipaba por su orfebrería y alfarería, pues todo hecho importante era definido por las manos que moldeaban su historia. Detrás de las páginas estaba Consota encargado de registrar cada suceso, la tradición ancestral así lo decretaba.
Todos observaban esperando ver los nuevos trazos que se dibujarían sobre las nuevas páginas, como era costumbre para cada cacique, pero Maicon en su interior sabía que si dibujaba algo no correspondiente a la época, cambiaría todo incluyendo sus creencias; se disponía a rozar el carbón en el blanco de la hoja, cuando su mente le jugó una buena pasada, se desprendió de si mismo en un acto astral, viajando por todas las historias que forjaron la realización del libro, en su desdoblamiento descubrió la verdadera inspiración a los que textos como los de escritores y misioneros se acercaban. Encontró para si mismo la historia que tanto lo cautivaba, de la mano del libro, historia que todos debían y que todos deben conocer…


CAPÍTULO 2

EL SENOR CONSERVA SU ORIGEN


La pregunta que Consota plasmo para que su familia y las generaciones futuras se hicieran era ¿Quiénes somos? Pues bien evocando los registros de Maicon, según los textos de Duque Gómez, Friede y Cieza de León, los Quimbayas, eran un grupo humano que tuvo su asentamiento principal en los departamentos de Caldas (sur: Chinchiná, Palestina, Villamaría, Manizales), Quindío (norte: Armenia, Quimbaya, Montenegro, La Tebaida, Salento, Circasia) y Risaralda (sur: Pereira, Marsella, Santa Rosa), unas 300.000 hectáreas con extensión hasta el norte del valle (Cartago y Obando), menciona Duque Gómez (1970) que la tribu Quimbaya se sustentaba en la explotación de la sal, los tejidos, las minas y la metalurgia del oro y el cobre. Vivian desde los 1300 a los 2500 metros sobre el nivel del mar, en un piso térmico templado a una temperatura entre los 17 y los 24º C por su cercanía a la cordillera central y occidental. Con una densidad de población que superaba los 300 habitantes por kilometro cuadrado. El suelo era fértil y productivo, era irrigado por numerosas quebradas.



·     Duque Gómez, Luis. Reseña etno- histórica y arqueológica. Colombia: Imprenta nacional, 1970. P. 21.


Aunque pertenecían a la misma zona cultural, los Quimbayas disputaban el territorio con diferentes tribus, los Carrapa establecidos al norte del río Guacaica en la margen oriental del río Cauca; los Umbrá e Irrá al noroccidente, en la margen occidental del Cauca; los Pijaos al oriente; los Gorrones al occidente; los Bugas al suroccidente y los Quindos al sur.

Viviendo en un dócil clima pudieron cultivar gran variedad de productos: maíz y yuca como base de su alimentación, aguacates, guayaba y guaba. Se sostenían también de la pesca y eran excelentes apicultores, por lo que la miel de abejas no faltaba en su alimentación. Eran intensos cazadores. Lo cual les proporcionaba carne de conejo y venado en abundancia, cazaban zarigüeyas (las que en nuestra región conocemos como chuchas), dantas, armadillos, zorros y pecarís, entre otros animales cuyos vestigios han sido hallados.
Como industriales se destacaron a parte de la producción de piezas de orfebrería, en la explotación de aceite y en su industria textil, de las que por condiciones geológicas no se han preservado. La confección de mantas de algodón era en realidad su principal manufactura.
Intercambiaban sus piezas de orfebrería, mantas, textiles y oro, con pueblos del vecindario y aun otros pueblos lejanos. Para destacar está también la explotación y el comercio que hacía con la sal, extraída de los ríos mediante técnicas de ebullición de agua bajo el fuego, siendo las minas del El Salado muy importantes dentro del desarrollo de algunos consejos y gestas de guerra.
La minería era fundamentalmente aurífera. Desarrollaron técnicas avanzadas de metalurgia para procesar el oro de un modo colmado de estética y delicados acabados. Los numerosos y piezas Quimbayas que se han encontrado producen admiración y sorpresa para los visitantes de museos colombianos y extranjeros; el nombre "Quimbaya" se ha convertido en una expresión tradicional para referirse a muchas de las producciones y objetos encontrados en esta zona geográfica, así no provengan estrechamente de esta etnia ni de esta época.

Su lujosa orfebrería goza de una increíble belleza a la vez que de una técnica perfecta.
Desarrollaron medios de metalurgia para combinar cobre con el oro que no abundaba en su región (a diferencia de otras zonas del país). Esta combinación de oro y cobre, llamada "tumbaga", no disminuye para nada el llamativo brillo y durabilidad de sus piezas; una de ellas muy enaltecidas son los “poporos”. Su orfebrería llegó a ser la más importante de América.
Estos grupos sostuvieron guerras por expansión territorial, competencia por recursos y disputas de poder. La guerra era a la vez un ritual al cual los guerreros iban cubiertos de adornos y pinturas y en el que tocaban trompetas y tambores. El canibalismo tenía un carácter ceremonial relacionado con la apropiación del espíritu o la dominación y venganza del enemigo. Algunos grupos, para infundir terror, exhibían cabezas-trofeo hincadas en cañas alrededor de la casa del cacique. La guerra y estas costumbres se intensificaron con la invasión europea.
Este canibalismo poseía señalamientos simbólicos conexos con la derrota y venganza de sus enemigos o con la apropiación del espíritu de la persona ya que era tradicional canibalizar a sus guerreros caídos en batalla. La conquista hizo que se intensificaran estas prácticas, pues buscaban el modo de impulsar el temor en los conquistadores.
Procuraban mucha atención a sus experiencias funerarias y a la construcción de gran variedad de tumbas, de acuerdo con lo especial de cada entierro, en el que siempre se incluían algunos elementos sagrados, ofrendas, víveres y armas. En ellas también enterraron la mayoría de los objetos de oro precolombinos, utensilios personales del difunto; creyendo que todos los cuerpos gozarían de la resurrección.


  • Friede, Juan. Los Quimbayas bajo la dominación española. Colombia: Talleres gráficos del Banco de la república, 1963. P. 25.

 Estos grupos estaban organizados en cacicazgos, sistemas políticos conformados por varias comunidades lideradas cada una por un jefe que estaban bajo el mando de un cacique principal. Agrupaban probablemente varias decenas de miles de habitantes. Eran sociedades con diferencias de rango y producción económica, algunos individuos estaban caracterizados por el desempeño de determinados oficios. Los jefes cumplieron funciones de liderazgo político, militar y religioso, eran quienes se encargaban de establecer alianzas entre distintas comunidades, controlar el intercambio, dirigir el desarrollo comunitario y mantener el orden social. En el siglo XVI los españoles los vieron conducir la guerra y dirigir algunos rituales en sus casas. También vieron que eran respetados y temidos, y que tenían privilegios que los distinguían del resto de la población: eran transportados en andas o hamacas, vestían mantas de algodón pintadas, tenían varias esposas y usaban numerosos adornos de orfebrería.
Se deduce que los cacicazgos se aproximaban a cien y se asociaban en juntas, para discutir sobre economía o guerra. Entre los nombres de los caciques registrados en 1542 se destacan Tacurrumbí (Chinchiná), Yamba, Co, Consota, Pindaná y Vía y la cacica Ague. Los jefes e individuos de mayor jerarquía ejercían la poligamia o unión sentimental y física con varias mujeres. La autoridad se transmitía por línea familiar. Entre diversas sociedades indígenas americanas existe la creencia de que el chamán, o especialista religioso, puede convertirse animales y así pasar a otra dimensión. Encontrando seres sobrenaturales que le enseñaban, curas cantos y le concedían animales de cacería. En los pectorales, los orfebres del Período Tardío repujaron figuras antropomorfas y antropo- zoomorfas con rasgos de felino, reptil y batracio que determinaban como líderes políticos y como chamanes o dirigentes religiosos a los jefes. Según los conquistadores españoles, algunos caciques del siglo XVI usaban un taparrabos largo que semejaba una cola, pinturas en la cara y el cuerpo, y uñas largas como garras, para transformar su aspecto en el de algún animal.


CAPÍTULO 3

UNA VIDA DESCONOCIDA


Al volver en si, después del recuento astral de su historia y la de su pueblo, Consota fué atacado por varios sentimientos, tuvo la necesidad de preguntar a quienes los rodeaban hasta que punto se escribía o se dibujaba su libertad, sabiendo que hasta el momento solo habían luchado contra algunas tribus belicosas. Ya que Conocía según Maicon lo que les esperaba, la amarga desaparición y transgresión que sería inminente, su intervención en la historia no era válida, no era posible, el mundo y todo el futuro que el conocía podría dar un cambio radical si se atrevía a mover un solo dedo.
Consota dejó el maravilloso libro  a un lado sin un solo dibujo diferente a los que ya estaban, salió de la chocita al exterior y como un bebe que apenas conoce la luz miró hacia todos los lados en un encuentro rápido con la realidad en la que estaba atrapado, inhaló profundamente y preguntándose ¿que hago?, tomó su cabeza, se agachó y apretó su cabello tratando de sacar alguna idea clara, aquel gesto corporal era algo que siempre hacía cuando estaba estresado. Después de su curiosa meditación decidió caminar y conocer un poco la aldea en la que estaba. Caminó por entre casas hechas con guaduas a grandes alturas y por otras que estaban hechas bajo tierra donde apenas se reconocía sus techos de caña, subió por caminos que guiaban a colinas donde se erguían altísimas torres en guaduas en las que mimetizados con la naturaleza se encontraban uno o dos indígenas camuflados, cada torre estaba aproximadamente a 100 metros una de otra, en sus bases grandes arbustos con espinas bloqueaban la proximidad.
Descendió por la colina y encontró en medio de dos árboles gigantes una gran sala donde orfebres estaban elaborando adornos corporales, instrumentos musicales y herramientas. Caminó entre ellos procurando no alterar su concentración y a la vez observando las piezas que eran fabricadas para uso de los jefes, según uno de los artistas que se dirigió a el para ensayarle uno de los objetos, estos vigorizaban su prestigio y les daban poderes para favorecer la fertilidad y el equilibrio. Las formas más frecuentes en las piezas eran las figuras femeninas, calabazas y totumos que eran símbolos de reproducción, fertilidad y vida. Las superficies brillantes y rosadas de la tumbaga, tenían significados relacionados con estas mismas ideas, pues el oro era un elemento masculino y el cobre femenino; en esta técnica se unían ambos principios. Creían también que los objetos brillantes estaban cargados de poderes espirituales y sagrados.
Estos orfebres ocupaban una posición destacada en esta sociedad. Considerados como "Señores del fuego" por sus conocimientos tecnológicos y su poder de transformación de los metales siendo más que suficiente para recibir prestigio y estimación especial.














Al seguir su recorrido en unas casas más adelante fue participe de una ceremonia que llamó su atención, observó como incineraban un cuerpo en un lugar al parecer muy especial por su decoración. Vió entre la multitud muchos rostros conocidos desde el suceso del libro, entre ellos el hombre que lo dirigió a la casa donde estaba el libro y a la bella joven que se lo entregó; se acercó a ellos y con la voz entre los dientes le preguntó al hombre, quien era el despedido, el le respondió:

-Yuamé, el viejo Yuamé, sus días de aventura se acabaron, todos recordaremos a quien nos contó las historias que encontraba en cada lugar que visitaba, noventa soles lo vieron caminar y lo vieron dominar y doblegar a más de uno… ¿no lo reconoces?, joven Consota el era tu padre.
Un escalofrió recorrió su cuerpo, no tenia ni idea que decir, era su pariente pero no el de Maicon, lo único y lo más sensato era acercarse, arrodillarse y encomendar a Dios, su alma con oraciones que sus padres le habían enseñado. Fue extraño para todos que Consota, príncipe de sus tierras, hiciera algo como eso. El se percató se puso de pie y desde lejos participó en el resto de la ceremonia.
Depositaron las cenizas de Yuamé en una urna de cerámica que enterraron dentro de la fosa que lo aguardaba, algo irregular y poco profunda. Dentro de la urna se encontraban los restos de varios individuos. A su alrededor colocaron vasijas de cerámica doméstica, la calidad de la urna y de la ofrenda dependía del rango y otras características del muerto. La costumbre de incinerar el cadáver tuvo en varias culturas el significado de trasladar el muerto a un estado inicial para que germinara de nuevo. Las urnas cinerarias con forma de mujeres embarazadas, usadas por estos grupos, sugerían una visión en espiral de la vida y la muerte.
Los jefes y otros personajes de alto rango eran enterrados en tumbas especiales con algunos de sus bienes. Maicon recordó lo que en muchos textos de su época decía sobre el "Tesoro de los Quimbayas", un descubrimiento con cerca de 200 objetos de orfebrería y un número desconocido de cerámicas, estaba compuesto por los menajes funerarios de varios líderes sepultados en dos tumbas en La Soledad, en Quimbaya Quindío. Parte del "Tesoro" fue comprado en 1891 por el Gobierno colombiano para exponerlo en Madrid en la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento. Desafortunadamente para el patrimonio cultural del país, fue obsequiado luego a la Corona española. Hoy se exhibe en el Museo de América de Madrid. Según una prueba de radio carbono, los objetos de orfebrería del tesoro fueron elaborados hacia el 250 d.C. En 1987 fue hallado otro gran menaje con 16 objetos de Quimbayas en Puerto Naré, en la región del Magdalena medio antioqueño. En su mayoría los objetos se conservan en la colección del Museo del Oro del Banco de la República en Bogotá.
Después del hermoso ritual Consota camino hacia una quebrada que se hallaba cerca del lugar, se sentó en una de las piedras y se observó durante varios minutos en el agua que reflejaba su imagen como un espejo, se percató que su aspecto físico no era el mismo, su nariz, su boca, sus ojos pertenecían a otro que si  pertenecía a ese lugar, pero no a el, un leve desespero lo invadía, de nuevo tomo su cabeza con ambas manos, la situación se tornaba insoportable, cerró sus ojos y al abrirlos vió una figura que estaba detrás de el, quiso adivinar pero las ondas en el agua no dejaban ver con su vaivén quien era, esperó hasta que sintió unos delicados nudillos acariciar sus orejas, cerró de nuevo sus ojos pues aquel roce le producía cosquilleos, la mano tomó su cabello y supo de inmediato que era demasiado delicada para ser de un hombre, giró su cabeza sin abrir sus ojos, de igual forma llevó su mano a la cara de aquella persona y la tocó con un ligero temblor; era suave, frágil, pulida, sin duda era una mujer, su cabello era liso, suave y expelía un olor que lo hizo suspirar profundamente, decidió obligar sus ojos a no abrirse y hacer de ese momento un sueño eterno.
-¿Qué te pasa?
Preguntó con una dulce voz.
-Aquí estoy a tu lado y nunca te dejaré solo, así lo dicen nuestras familias.
-Nada, nada, no sucede nada, solo siento que alguna parte de mi quedó enterrada con Yuamé.
Respondió aún con sus ojos cerrados, mientras le acariciaba el cabello y el rostro.
-Todos lo amábamos, a todos nos vió crecer, conoció lo que hay fuera de nuestro pueblo y sobretodo a los que le hicieron eso.
-¿Qué?
Preguntó con preocupación a la vez que abrió sus ojos. Se sorprendió al ver que era aquella joven que le entregó el libro. Era hermosa y de su misma edad, ambos se sonrojaron, era notable que entre ellos existiera una chispa que los unía más que amigos. En su vida Maicon nunca por ninguna mujer había sentido algo tan extraño, sentía que Consota la conocía desde mucho tiempo atrás, no era la primera vez que sentía el calor de sus manos en su cara.
 -¿Qué le hicieron, acaso lo mataron?
-Si, alguien le tendió una trampa. Todo sucedió cuando fue invitado a un viaje a una lejano pueblo, a un supuesto consejo de guerra usualmente realizado en diferentes lugares para promover treguas y comerciar distintos productos, nuestras tumbagas han sido muy envidiadas ya que nuestros ancestros y abuelos se han inspirado para crearlas en espíritus protectores que favorecen nuestros cultivos y la naturaleza; es así como llevó una copia de la figura más representante de nuestra cultura, en su camino se encontró con guerreros desconocidos quienes le aconsejaron tomar un camino diferente al tradicional, sin saber siguieron la recomendación pero se encontraron con una emboscada, según el único sobreviviente les pidieron la figura y al percatarse de que era una copia en el mismo material, los sometieron asesinándolos sin piedad, Bicún quien logró escapar bastante herido nos informó de los tristes sucesos, por tal razón tu ves como nuestros guardianes observan desde las torres cualquier movimiento extraño.
Respondió con tristeza y preocupación en sus palabras.
-¿Acaso podrían venir a nuestras tierras?
-No, gracias a los espíritus, Bicún se percató de que no lo siguieran hasta la aldea.
-¿Puedo ver la figura?
Preguntó Consota con algo de ansiedad.
-Claro… es tuya.
Se dirigieron rápidamente hacia la casa donde estaba la figura, atravesando una serie de arboles que al parecer fueron sembrados en un estricto orden; siguieron el recorrido mientras Consota observaba a la joven caminar, sintió como efectos desconocidos se apropiaban de sus entrañas. Después de los árboles, las casas, los mismos niños juguetones, llegaron a unas escalas que descendían bajo tierra, encontró dibujos en las paredes que al parecer eran de antaño, vasijas y tendidos de hojas de palma y en un estante incrustado en la pared, varias figuritas de oro y entre ellas curiosamente la misma figura que lo llevó hasta allí; según el, un duende como los que su abuelo le contaba que abundaban en el monte.
-Tómala, es tuya, es el regalo de tus ancestros, de tu padre y quizá de ti para el hijo que algún día tengas.
Sus miradas se encontraron y Consota sin dudarlo se acercó a ella, tomó sus manos, acarició su rostro y la besó, la besó como nunca había besado a alguien, para el esos besos no eran extraños, hacían parte de sus sensaciones más íntimas. Pasaron toda la tarde y toda la noche sin ser interrumpidos consumando todo su amor y fortificando su nueva relación; Consota pensaba en su vida, en su verdadera vida, sin querer regresar, aquí había encontrado el amor, la felicidad, la aceptación, el privilegio de vivir la historia. Pero el tiempo tenía escrito el destino y sería cuestión de tiempo para que este lo enfrentara.
Amaneció y Consota abrió sus ojos, miró a su lado y allí estaba Yemoa, su esposa, la bella joven que lo cautivaba, durmiendo como una diosa en su pedestal, acarició con su mirada las finas facciones de su rostro, sus brazos, su espalda, su cintura, sus piernas y toda esa esencia que la hacia mujer. Fueron momentos inolvidables.
-¡Consota, llegaron noticias, Consota despierta llegaron noticias de Tacurrumbí!
Alguien lo sacó de su letargo llamándolo desde afuera de la casa, inmediatamente se puso de pie, pero cuando se disponía a salir, para recibir las noticias, una luz a su espalda desvió su atención, giró y la figura del duende de oro estaba iluminando intermitentemente la habitación como la última vez que tuvo su perdida de conciencia, Consota se acercó, la tomó y suponiendo lo que iba a pasar miró a Yemoa y dijo:
-No quiero irme, eres lo único que me ata, a mí y a Consota a este mundo.
Dejó de sentir su cuerpo y su mente divagó en el espacio entre la oscuridad y la luz.


CAPÍTULO 4

OPOFUSION: ENCUENTRO CON EL GUERRERO


La conquista española al territorio Quimbaya inició en 1539 y sometió a los indígenas al servicio de los encomenderos. En 1542 se produjo la primera rebelión Quimbaya y en 1577 la segunda; que llegó a alcanzar mayores dimensiones. Derrotadas estas se produjo una prolongada disminución de la población, de manera que para 1559 ya había desaparecido por lo menos el 55% de los cacicazgos. Los trabajos forzados, la mala alimentación, las enfermedades y finalmente la guerra de los Pijaos contra los españoles, por la que terminaron diezmarlos, arrojó en el último censo de los Quimbaya en 1628, un registró de 69 tributarios, en una zona donde en 1539 se registraron 15 mil.
Era una mañana hermosa, el sonido de los pájaros anunciaba un día soleado, una leve brisa hizo que Maicon se encogiera volteando hacia un lado, abriera sus ojos y se percatara que había despertado en un lugar diferente. Se puso de pie, observó tratando de encontrar a Yemoa; la mujer que lo atrapó en un sueño ya no estaba. Reconoció todo el lugar, los mismos arboles, los mismos caminos, pero con la diferencia de que en el ambiente se respiraba destrucción. Todo tendía a desaparecer. Todo alrededor desaparecía, hasta su propio ser, cuando se enteró de su condición entró en un desespero que nunca había sentido, pues la vitalidad que tenía, se esfumaba como el humo, ahora su aspecto pertenecía al de un adulto de cincuenta años, era el mismo ser pero su vehículo sentía el rigor de los años que se desvanecían.
Como solía suceder en sus momentos de desesperación, tomó su cabeza y sin dudarlo arrancó a correr con la firme intención de encontrar a su amor. Cruzó quebradas, guaduales, trepo árboles, se balanceó en bejucos, tropezó y rodó hasta llegar, al asentamiento donde se ubicaban algunas casas. Pasaron las horas y no encontró a nadie, ni casas, ni animales; solo un objeto que llamó su atención, la punta de una lanza.
Pasó dos días buscando por toda la desaparecida aldea, hasta llegar al bordó de una peña, donde deseó con todas sus fuerzas que el tiempo lo llevara atrás y recuperar lo perdido, fue tanta su depresión que estuvo a punto de lanzarse al vacio.
-¡Quisiera no haber encontrado esa maldita figura, quisiera no haberme interesado en ese lugar, Dios mío ayúdame!
Exclamó.
-La encontraste porque así tenía que suceder.
Una voz algo suave  le habló al oído.
Consota giró rápidamente y se llevó una sorpresa que por poco lo manda de espalda al abismo, lo que vió fue tan impactante que su voz se quedó embotellada.
-Tus ancestros y tu padre te heredaron una misión que ha tenido obstáculos, ahora eres tú quien debe superar las pruebas venideras y proteger la figura.
Consota logro moverse y a duras penas preguntó:
-¿Qui… qui… qui… quien eres o que eres tú?
-Soy uno de los dueños de la figura que ya conoces, el objeto más preciado para los de mi especie, tú debes hacer que ese objeto permanezca en buenas manos y oculto en los brazos de la tierra, porque grandes dificultades se acercan y es el único elemento que puede protegernos y protegerte, recuerda, busca sin buscar lo que puedes encontrar… en algún momento te veré.
Las palabras de ese ser a quien Consota pudo ver como el mismo duende de la figura de oro, según la idea que tenía, se incrustaron en su memoria. ¿De cuales dificultades hablaba?, ¿Por que tenía que protegerla?
Levantó su mirada después de reflexionar y observó el ocaso al fondo, tras unas montañas, supo que si Yemoa estaba viva estaría viendo lo mismo. Tuvo el impulso de correr sin parar y mientras lo hacia unas palabras cruzaron por su mente -¿Corre Forest, corre? Su sonrisa no se contuvo y esta lo impulsó a seguir sin parar, sus pulmones fueron llenándose de aire, hasta sentirse como antes, como el joven Maicon.
En su travesía por las montañas y tras cruzar un rio, decidió descansar en la enorme raíz de un pino y al cabo de algunos minutos el galope de unos caballos rompió su descanso, un fuerte estruendo no muy lejano lo puso en pie y con la intención de poder observar mejor, trepó hasta la cima del árbol. Desde allí observó una explanada y en ella lo que temía y lo que lo sacó de dudas; los españoles habían llegado, estaban en caballos y además tenían armas letales, enormes perros que logró reconocer, Mastín y Presacanario, similares a los Pitbull de su época, los llamados alanos, la historia del suplicio empezaba y el estaba allí para resignarse a su destino y al de su pueblo si aún existía o intervenir para que la libertad no desapareciera junto con miles de vidas.
Logró rodear el ejército, sin que los perros lo notaran y adelantárseles en su camino. Como nunca corrió y corrió con optimismo en las palabras que se decía:
-Vamos Maicon, tu puedes, los encuentras o los encuentras, es tu familia, es el futuro del país, es tu pueblo, así no puedas cambiarlo todo, puedes evitarles un sufrimiento.
 Y así fue, tres días después de haber despertado de su sueño, encontró las casas que supuso eran de su aldea, buscó en cada una, pero no encontraba a nadie, buscó y buscó hasta caer arrodillado en medio del lugar, se tomó la cabeza y lloró, lloró hasta que sus lagrimas se mezclaron con su sudor.
Miró al cielo, las nubes se desplazaban, buscando escabullirse de los rayos del sol, bajo lentamente su mirada y vió las ramas que siempre cubrían las casas subterráneas, era la última esperanza. Corrió inmediatamente, bajo las escalas y encontró a toda la gente reunida, suspiró profundo y pasó entre cada uno buscando a Yemoa, pero su búsqueda se hizo más difícil cuando todos lo rodearon, se mesclaban tantas voces que no determinó ninguna, solo le interesaba seguir buscando. Escudriñó por encima de todas las cabezas y cerca a una antorcha vió a su tesoro más preciado, todo quedó en silencio en su mente, contó cada paso que dió para acerarse a ella, hasta pararse al frente y decirle:
-¡Te amo con todo mi corazón, Yemoa!
-Y yo a ti mi vida, parece que no me hubieras visto durante muchos soles, pero agradezco que hallas llegado rápido, hace dos días no recibía noticias tuyas. No importa, por el momento solo descansa ¡traigan agua y comida!
Su dulce voz, nunca cambiaría.
-Yemoa, todos deben salir de aquí, los guerreros se deben preparar, invadirán nuestras tierras y no habrá piedad.
 -¿Alguna tribu enemiga?
Preguntó.
-Algo peor créeme, tenemos que abandonar ya mismo la aldea.
Replicó entrecortando su respiración mientras tomaba con sus manos el rostro de la mujer que tanto buscó.
-Tú eres nuestro jefe, tú decides.
¿Soy el jefe, el Cacique?, se preguntó, pero eso no importaba, la supervivencia de su raza era la prioridad.
-Tus hijos te ayudarán.
-¿Hijos?
-No te hagas.
La noticia de saber que era papá lo tomó de sorpresa.
Después de que todos empacaron sus pertenencias, Consota ordenó derribar todas las casas y evacuar cuanto antes, pero antes mandó a sus guerreros a borrar huellas y caminos, para eso utilizaron plantas que emanaban un fuerte olor para que los perros no olfatearan su rastro; al terminar, empezó el éxodo.
Consota decidió ubicar su tribu en las laderas de las salinas, donde Maicon inició su viaje, por ser un lugar demasiado alejado e inaccesible para los españoles por los espesos guaduales, árboles y animales.
Gracias a la capacidad creativa de Maicon, Consota creó defensas utilizando los metales que tenían a la mano, trampas y pasadizos secretos, luego recomenzaron su laboreo agrícola. Mientras pasaba el tiempo Consota y sus hijos, se encargaban de informar lo que acontecía en las otras tribus y sobre las zonas del desplazamiento español, para tener la guardia en alto llegado el caso de tener que evacuar o en su defecto defenderse.
Consota envió a Cuanpé su hijo mayor para que averiguara lo sucedido con las demás tribus, pasaron los meses y la aldea se enteró por medio de un
mensajero enviado por Cuanpé del asentamiento de los españoles en varios territorios en los cuales los indios eran repartidos y puestos a trabajar en diferentes y extenuantes trabajos. Consota supuso que si permanecían ocultos en los guaduales, la hostilidad del territorio evitaría que los conquistadores los encontraran.
Decidió reunir a su pueblo y conformar un núcleo de protección para la figura que les había sido encomendada por sus antecesores. Sospechaban que  había sido hecho de tumbaga ninguno conocía exactamente su procedencia, ni el interés de los españoles en ese bello elemento, la resguardaban por la creencia de que la figura les proveería fertilidad y salud a su grupo. Minutos después de la reunión, Consota se dirigió a guardar la figura, entre tanto su mujer y sus otros hijos se disponían a preparar los festines. Pensaba en el futuro inminente que les esperaba, la despiadada conquista acontecería, todo sería cuestión de tiempo.


CAPÍTULO 5

DILAPICLIVE: DILAPIDACION Y DECLIVE DEL ESPIRITU QUIMBAYA


Buscando de un lugar a otro donde poder esconder su preciado y ancestral objeto, pasó por el sitio de donde extraían la sal y sin dudarlo sumergió su brazo en uno de los pozos salubres, pero si lo dejaba donde lo encontró el destino podría abrir las puertas de este sitio, si la dejaba ahí así como el fácilmente la encontró, otras personas también lo harían, decidió entonces llevar la figura a un sitio solo conocido por su padre y por sus ancestros; una cascada que quedaba en el rio detrás de la cual había una profunda cueva, ese sería el lugar predilecto para resguardarla de la ambición de los extraños saqueadores.
Después de asegurar la figura, retornó a su casa, para cumplir con una invitación a una de las reuniones de los máximos jefes. En pleno camino de vuelta hacia su territorio, se encontró con un grupo de soldados españoles, tal vez por previo aviso de algunos indígenas enemigos de su pueblo, quienes quisieron servirlos en bandeja de plata a merced de un capitán a quien llamaban Jorge Robledo. Aunque su aldea no acostumbraba la violencia, sus ánimos se vieron alterados y alistaron sus lanzas hechas con guaduas.
Los soldados llevaban armas de fuego, montaban caballos y los acompañaban enormes y furiosos perros, aparte de las espadas, lanzas, ballestas y armaduras.

-¿Quiénes sois?
Preguntó imponentemente un hombre que cabalgaba al frente del grupo. Los indios se miraron entre si, desconociendo el lenguaje, excepto Consota, quien no tuvo otra salida que ofrecerles la comida y el jugo de caña que llevaba, gesto que los españoles tomaron con gratitud. El jinete bajo del caballo y mirando al indio le dijo:
-¿Entendéis algo de lo que os digo?, ¡bah, es obvio que no!
Mientras los españoles comían y bebían, el grupo de indígenas siguió su camino directo a su aldea, a sus espaldas los visitantes hablaban entre ellos, hallando Consota claras algunas palabras:
-¡Dejadlos seguir, los alcanzaremos, tal vez sean los indios pacíficos de esta zona y nos lleven a alguno de los Dorados, ja ja ja ja!
Así fue como Jorge Robledo y otros españoles más llegaron al territorio del cacique Consota, siendo bien recibidos, y atendidos con sus mejores productos al percatarse que el español y sus hombres aparentemente no tenían intenciones crueles con su pueblo. Otras tribus no tenían el mismo criterio, la muerte había llegado a sus pueblos con la invasión.
El capitán Sebastián de Belalcázar después de viajar a España para recibir su independencia del gobernador del Perú Jorge Pizarro, regresa adueñándose e imponiendo su mando en los territorios descubiertos por Robledo; mientras este declaraba ante la corona, cada una de las tribus y sus relaciones con el se dilataban, hasta formarse una época de esclavitud y zozobra para todas y cada una de las tribus bélicas y no bélicas.
Siguiendo las órdenes de Belalcázar el teniente Miguel Muñoz entró a la zona Quimbaya por el rio al que bautizó “La Vieja” llamado así por encontrar en el una anciana vestida de adornos de oro, a la cual despojó de todas sus resplandecientes pertenencias; al llegar al territorio desató la miseria, el comercio humano y despojó de toda pertenencia valiosa a los nativos.
Consota al percatarse de la situación, se llenó de rencor contra quienes el creía que solo venían a sembrar civilización sin esclavizar; aunque Maicon en el fondo conocía el verdadero desenlace de la historia, tenía la misión de proteger y dar la lucha por su pacífico pueblo. 
El y todos los suyos fueron convocados a una reunión en la plaza principal de la ciudad que bautizaron como Cartago, asistieron con el propósito de lograr treguas con Robledo recién llegado de España. En plena reunión Robledo exigió como era de esperarse que cada tribu ofreciera tributos al rey, por ende repartió a las tribus conocidas a cada uno de los encomenderos, dando a Alférez Suer de Nava el control sobre las tierras del cacique Consota pero según algunos misioneros que los acompañaban y comprendían sus lenguas, los indígenas estaban en desacuerdo y muchos de ellos maldecían a los invasores.
Consota al escuchar con tal prepotencia los mandatos del español, se quitó la manta que tenía cubriendo su cabeza alzo su báculo y hablando en su lengua nativa ocultando su castellano, según la traducción de algunos españoles los trató a ellos y al rey de envidiosos, ya que este enviaba a robar desde tan lejos lo que no tenía y lo que le faltaba.
Por la grosera intervención, Muñoz bajó del estrado y atestó un fuerte golpe en el abdomen del indio haciéndolo hincar inmediatamente.
-¡Estás muerto animal, vuestras palabras son agujas punzantes que os sacaran los ojos!
Inmediatamente todos los soldados empuñaron sus armas, como estos estaban armados, los indios no podían arremeter ni emplear el castigo contra el hombre que atacó a su jefe. Consota adolorido, clavó la mirada en Muñoz hasta que este se esfumó entre la multitud, la rabia que sentía lo llevaría a tomar medidas desesperadas.
Al cabo de un tiempo la tribu fue invadida por las huestes terroríficas de Alférez Suer de Nava, muchos de los guerreros, mujeres y niños fueron asesinados, otros esclavizados y algunos huyeron entre ellos Consota, su esposa y sus hijos, quienes evacuaron a las tierras de Tacurrumbí y Yamba.
Sus tierras quedaron desoladas, los espíritus que acompañaban a las aldeas quedarían ocultos tras la oscura manta de terror que los españoles llevaban con la ambición por las riquezas de la zona. La corona española solo estaba al tanto de algunos sucesos, pero desconocían las rivalidades y batallas entre sus mismos capitanes, que buscaban solo poder. Por tal motivo fueron enviados desde España personas que se encargarían de educar a los nativos, de cristianizarlos sin emplear la violencia y de enviar reportes de la colonización al rey. Pedro Cieza de León quien fue compañero de Robledo fue el encargado de mediar y disolver un poco las rivalidades empleando la escritura y cultivando el aprendizaje entre los pueblos indígenas.
-La intención de la corona por encontrar un imperio que se extienda es abatida, por la ambición y la búsqueda de poder.
Pensaba Cieza de León mientras trajinaba por el espeso monte en busca de algunos nativos, con el designio de remediar las guerras venideras. En el viaje que emprendió hacia la tierra de Consota, encontró realidades que le hicieron pensar en los nativos como seres inteligentes y humanos, que responderían a las buenas obras si estas se llevaban a cabo.
Cieza de León mientras hacia parte de manera neutral de una reunión entre caciques, conoció a Consota, habló con el, después de haber aprendido medianamente su lenguaje.
-Mi raza te ha agredido, os ofrezco disculpas por tal agravio, solo quiero que sepáis que la intención de esta conquista es que conozcáis a mi Dios y a Jesús nuestro señor, tal vez…
-Ya tenemos nuestros dioses.
Contestó Consota, conociendo las posibles palabras que el misionero le diría.
-Si vienes desde un sitio desconocido y no eres parte del mundo que te encuentras ¿Qué harías?, ¿lo acomodarías a tu gusto o te adaptarías a el y aprenderías a vivir como sus hijos?
Habló Consota con un tono calmado.
Cieza de León bajo la mirada sin dejar de observar a Consota, lo escudriño con su mirada de arriba abajo sospechando de sus movimientos, algo le decía que ese hombre no pertenecía del todo a ese contexto.
-Tenemos nuestros dioses, no necesitamos a tu Jesucristo.
Dijo Consota.
-¿Que sabes de Jesucristo?
La pregunta del español lo hizo caer en cuenta del error que había cometido, estaba perdido.
-Veo que no desconoces el tema de los dioses.
Cieza lo miro con la intención de corroborar su pensamiento acerca de aquel hombre.
-¿Cuál es tu fecha de nacimiento, cacique Consota?

-Escuche de tu Jesucristo a uno de tus soldados… y disculpa tengo otras labores que hacer.
Consota descanso tras haber sorteado la encrucijada en la que el español lo tenía. Despidiéndose de todos los presentes Consota salió del recinto y antes de cruzar la puerta miró al español que aún lo observaba, ese rostro sería difícil de olvidar.
Días mas tarde sin olvidar los agravios contra su tierra y después de planear el ataque Consota lideró una emboscada a Suer de Nava, con el fin de vengar todas las barbaridades que había cometido. Llevaban varios días siguiendo los pasos del español y sus tropas y fue así como en uno de sus viajes a Popayán, tierras descubiertas por Robledo, se produjo la batalla que cobraría muchas vidas en ambos bandos.
Cerca del anochecer el cacique y sus hombres, esperaban ocultos por uno de los caminos que se encerraban entre las montañas, armados con arcos y lanzas aguardaban el instante preciso para atacar a los soldados, tratando de dejar a Suer de Nava sin la suficiente gente para combatir. Al pasar por el lugar los indios dispararon sus flechas en primera instancia a los caballos, dejando a los soldados y a su objetivo en tierra, salieron como humo de las sombras y del bosque, acorralando a sus enemigos. La batalla se hizo sangrienta, los indios y los españoles caían poco a poco, uno tras otro, hasta que Consota y Suer de Nava se encontraron de frente
-¡Te haré pagar por tus ultrajes, maldito seas y que los espíritus te devoren el alma!
Habló Consota mientras las nubes oscuras se posaban sobre la escena.
-¡Con que entiendes mi lenguaje, escucha, si eres tan valiente e inteligente lárgate y déjanos tu territorio!
Respondió Suer de Nava, indignado por la sublevación del indio.
El español se acercó a Consota corriendo con la espada en alto directo a la cabeza del indio, pero este con rapidez rodó por el suelo mientras los pocos rayos de sol se reflejaban en los adornos de oro que lo recubrían, en una maniobra rápida lanzó su lanza contra el español pero este la bloqueo con su escudo, respondiéndole con su espada en un movimiento vertical tratando de desprenderle uno de los brazos, sin contar con la habilidad del indio quien saltó girando hacia atrás, para luego apoyar su pierna derecha tomando impulso y embistiendo, estribando el hombro en su abdomen, este deslizó y cayó en el suelo quedando presa de los golpes del cacique, para Consota fué un momento sublime, estar encima del español atestándole un golpe tras otro en su rostro, hasta hincharle la cara y manchar sus puños con su sangre. Tomó una piedra para destrozarle la cabeza, pero un golpe doloroso en su espalda lo llevo a ser presa del español quien subió una pierna por su cuello lanzándolo hacia atrás, Consota vió que uno de los soldados sacaba una lanza de su espalda disponiéndose a atacarlo de nuevo, pero Yamba, como su sombra apareció detrás y rodeándolo con un cuchillo rebano su cuello, le guiño un ojo a Consota y desapareció. El cacique algo mareado se enderezo y mirando hacia el bosque dijo:
-¡Espíritus de la naturaleza somos sus servidores en este mundo, sálvennos de esta plaga!

El español con su cara destrozada hizo su mejor esfuerzo por poner en pie su cuerpo, manteniendo su honor en alto a sabiendas de que la tunda que el indio le había propinado era suficiente para saber que era su hora. Consota caminó lentamente hacia Suer de Nava, aceleró el paso y dando un enorme salto extendió sus piernas apoyándolas en el pecho de su enemigo, enviándolo de espalda contra una roca, luego lo tomó del cabello, lo levantó con gran fuerza y le dijo:
-¡No soy Consota, soy Maicon y vengo del futuro donde ustedes ya no son conquistadores!
Hendió lentamente su cuchillo en el cuello viendo como este graznaba tornándosele sus ojos de color rojizo y arrojando bocaradas de sangre
-¡Este es tu destino, el que esta quieto se deja quieto, entiende somos y seremos libres!
Al cerciorarse de que los españoles estaban muertos los indios ayudaron a restablecer a Consota, pero la herida que este tenía era demasiado profunda. Yamba ordenó que lo llevaran a la aldea lo más pronto posible y de paso que dejaran en el camino partes del cuerpo descuartizado de Suer de Nava.
Consota fue atendido por su esposa y todas las tribus vecinas rindieron homenajes al héroe que demostró que la libertad se debía buscar. La leyenda del héroe se hizo popular, otorgándole el ánimo que necesitaban muchas tribus para luchar y rebelarse contra la colonización, hasta en los españoles la leyenda empezó a causarles intriga, pues se decía que el cacique tomaba la forma de un jaguar y atacaba antes de entrar la noche a pequeños grupos, esto hizo que el ejercito español se nutriera reclutando negros, indígenas y más españoles enviados por la corona y otros gobernadores; quienes preparaban una represalia por la muerte de uno de los tenientes más osados y sangrientos de su ejercito.
El mariscal Jorge Robledo por petición de la corona tuvo que viajar a España, por tal razón la autoridad que tenía en esos territorios se vió manchada por las ansias de poder de otros capitanes, dejando de lado los planes de civilización para una tribu no belicosa que tiempo atrás los había recibido con humildad.
Robledo regresa para reclamar su recién fundada ciudad de Cartago pero se encuentra con una situación totalmente diferente, sus aliados ya no existen, por lo tanto decide armarse junto a sus hombres y atacar a Belalcázar interceptándolo en uno de sus viajes, pero es superado en número y su ejército abatido.
-¡Que creísteis señor oh gran Robledo, que te sería fácil atacarme con unos cuantos soldados, queríais ingenuamente seguir el ejemplo del indio, no seáis iluso, no contáis con apoyo, además estos animales necesitan mano dura, no palabritas ni santos, la corona pide resultados y los resultados equivalen a oro y a majestuosos tesoros!
Hablaba Belalcázar sonriendo tras los azotes que su ex colega recibía.
-Me queda… el consuelo… que fundé una ciudad… ahora muchos saben… quien es Robledo… en esta tierra… llena… de… riquezas.
Jorge Robledo es asesinado a garrotazos, tratando de concederle terrenos al rey de España a quien solo le importaba conquistar tierras y tesoros sin importar quien lo hiciera.
Con la misma suerte que Suer de Nava corrió Muñoz al caer en las manos de Yamba en una emboscada excelentemente planeada, guiados por el espíritu de Consota y su valentía.
Cantidades de lanzas fueron puestas en círculo evitando el avanzar de las tropas de Muñoz, al sospechar de la emboscada los españoles dieron vuelta atrás, pero fue ahí cuando Yamba salió con sus hombres y emprendieron el ataque con flechas, diezmaron al mitad del ejercito, pero la infantería atacó con sus armas de fuegos, haciendo que se replegaran las barreras frontales sin librarse de las decenas que caían desde los árboles, la sangre de españoles e indios teñía el piso de hojas de guadua.
Enredaderas con púas eran manejadas como látigos haciendo a más de un español perder sus ojos. Un segundo grupo de españoles se acercó para auxiliar a su capitán Muñoz, pero fueron presa de trampas mortales que los esperaban en enormes huecos, los que quedaban vivos fueron envenenados con dardos. El final de Muñoz que no desistía se acercaba. Avanzando hacia Yamba, este esquivaba velozmente las flechas y los ataques de los indios, mostrando sus dotes de militar  y guerrero consagrado.
Los gritos de dolor lentamente se perdían con el viento que traía consigo un final imperioso.
-¡Eres el causante de esto animal, te casaré como a una rata imbécil!
Gritaba Muñoz, mientras se despojaba de su armadura, empuñando únicamente su brillante escudo y espada.
Yamba se acercó a uno de sus hombres para que este le quitara su traje de oro, dejando solo en sus manos el cuchillo que utilizaba cuando cazaba. Ambos guerreros se miraron y girando como dos perros rabiosos esperando el momento preciso para atacar acariciaban el tenso momento.
Emprendieron el ataque chocando sus brazos, sus ojos encendidos penetraban con rabia el temor del otro; un fuerte cabezazo atestado por Muñoz abrió la ceja de Yamba, este retrocedió, se agachó estirando su pierna golpeó ambos pies del español y lo envió de espalda contra un charco de sangre, Muñoz rodó hacia atrás tomó impulso y se abalanzó contra el indio, pero este conociendo algunos movimientos de los españoles, hizo un salto mortal apoyándose en su espalda y estrellándolo contra el suelo, presionando fuertemente con sus pies la cabeza contra el suelo.

-¡Siente que el sabor de la sangre es el mismo sin importar el color o la raza!

Muñoz fuertemente se puso en pie, alejando a Yamba lejos de el; tomó un cuchillo y lo lanzó, pero el indio ágilmente lo esquivó. Ambos tomaron espadas y haciendo movimientos veloces produjeron chispas que los indios y uno que otro español agonizante no perdía de vista. Fueron largos momentos donde las características guerreras salieron a flote.
Un golpe tras otro llevaba a Muñoz cerca de la victoria.
-¡Ríndete bastardo, el triunfo es mío, recuerdas esto!     
Con la intención de alterar a Yamba, Muñoz le enseñó una pulsera que le había quitado a la anciana mujer en aquel suceso del rio y este sin perder la cabeza pero lleno de furia soltó el cuchillo, la espada y dijo:
-¡Acabas de cometer el error más grande de tu vida, te mataré con mis propias manos!
Yamba corrió moviéndose de un lado al otro hacia Muñoz, este lanzó un espadazo a su cintura, pero rápidamente Yamba con un pie detuvo el brazo armado del español y con el otro se apoyó en su pecho llevándolo de espalda hasta quedar totalmente extendido en el suelo, luego arrebatando le pulsera de la mano de Muñoz la apretó en su mano y tomando impulso le dió un fuerte golpe en el estómago dejándolo sin aire, se retiró de el corriendo y cuando el español se paró tomo de nuevo carrera para saltar y golpear con la rodilla su cara. Con sus últimas fuerzas Muñoz se mantuvo de pie mirando fijamente y sonriéndole a Yamba, este se posó frente a él y fuertemente le grito:
 -¡Que tus dioses y los míos te perdonen!
Y dándole un fuerte golpe con los nudillos de su mano en el cuello, se escucho un fuerte traquido. Muñoz se desvaneció sobre los brazos del indio, mirándolo hasta dejar sus ojos envueltos en una nube de color negro.
Muñoz fue asesinado en una lucha cuerpo a cuerpo, donde Yamba no salió del todo ileso, pero en el que cobró venganza por el agravio del español a su abuela en las orillas del rio posteriormente llamado “La Vieja”, proclamando justicia y libertad entre los pueblos indígenas amigos y enemigos. La leyenda de una tribu pacífica, pero con un enorme espíritu de conservación y respeto por sus leyes se difundió por todas partes.
Por otra parte, al luchar contra la muerte, la herida de Consota se fue infectando y tras aceptar su perentorio destino, pronunció las que fueron sus últimas palabras:
-Para quienes me conocen, ofrezco mi respeto, ofrezco todo el amor de la tierra fértil a mi esposa e hijos y a los espíritus mi gratitud y mi obediencia… Donde estas hijo mío, déjame verte… hace mucho no veía tu rostro ¡Cuanpé! Acércate, es tu misión que el tesoro sea ocultado en Neiguet, desvíalo y ponlo a salvo en su profunda esencia, los espíritus deben saber que la figura esta a salvo en uno de los pozos
Era de mañana cuando la muerte se llevó a Consota. En su interior Maicon sintió como era arrancado del cuerpo del héroe que hizo historia y se convirtió en leyenda, su espíritu se alejó viendo como se ocultaba su 
Yemoa y sus hijos tras un brillo que segó su mente. Su cuerpo sería de ahora en adelante compañero de todas las reliquias que el tiempo guardaría en las tradicionales tumbas que las tribus Quimbayas construían para resguardar de los invasores todas y cada una de las pertenencias de los muertos.
La Conquista española llevó a la mayoría de los grupos que habitaban el Cauca medio en el siglo XVI a la desaparición física y cultural. Las guerras, las enfermedades y los maltratos liquidaron rápidamente la población, ya que el régimen de las concesiones o encomiendas, la cristianización y la reubicación de los pueblos, disgregaron su sociedad y desencajaron su cultura. Pocos años después de la Conquista, los indígenas organizaron motines para redimir su autonomía y su espacio, las cuales suscitaron reiteradamente venganzas contra los caciques y un trato más severo contra la población. Los grupos sobrevivientes se confinaron en las montañas y huyeron hacia las selvas del occidente.
Los colonos o arrieros llegados de Antioquia a mediados del siglo XIX, encontraron sucesores de estos grupos. La colonización antioqueña, el auge del cultivo del café, el crecimiento de las ciudades y otros procesos recientes generaron la mestización, nuevos desplazamientos y cambios en las poblaciones. Estos acontecimientos, además de la historia milenaria anterior, constituyen los fundamentos de la sociedad actual y su cultura.


CAPÍTULO 6

RENACIMIENTO CULTURAL


-Despierte papa, papa, usted dijo que a las seis lo llamara… ¡Papaaaa!
-Que, que pasa mijo.
-Parece pues.
-¡Ay Dios mío, cuanto dormí, yo le dije que me despertara rápido culicagado!
-Pues si yo lo llamo y no hace caso.
Después de limpiarse los ojos y aceptar la luz de la mañana se dió cuenta que de nuevo había pasado.
-¿Quién soy, donde estoy?
 Fueron las preguntas que Maicon se hiso, al ver que de nuevo estaba en otro cuerpo, en el que recordaba cosas que el no había vivido, pues su mente había quedado divagando desde la muerte de Consota. Al recomponerse vió que a su lado extrañado por lo que sucedía estaba un niño de unos 7 años mirándolo fijamente, observó a los lados, solo había selva y diferentes ruidos de animales, al parecer en esta ocasión estaba en el cuerpo y en la mente de alguien que por su apariencia física y mental buscaba entre los arboles un sitio donde construir.

En sus manos llevaba un hacha, en su hombro una bolsa en la que llevaba arepas de maíz, panela, queso y carne seca y un tarro con agua panela, aparte de los centavos que lo acompañaban.
Su nombre era Pedro Pablo Paneso, un arriero joven venido desde Antioquia buscando madera y un sitio donde establecerse, al encontrar este lugar se vió sorprendido por las riquezas que había. Sin dudarlo construyó un ranchito en guadua que le serviría de estancia el tiempo que le tomara buscar lo que el y otros escucharon, algo que era una leyenda en diferentes lugares del país.
Pedro como muchos otros arrieros vino buscando el lugar que tenía cantidades de guacas enterradas, múltiples tesoros que los indios dejaron sepultados, que el tiempo y la naturaleza cubría con sus espesos montes. A machete y azadón se fue abriendo camino hasta llegar junto con las expediciones de otras personas que querían encontrar lo suyo, a un esplendido y acogedor lugar; cerca de la ciudad y próximo al rio Consota.
Los primeros pobladores de esa basta región a parte de Pedro fueron: Juan de Jesús Montoya, Amadeo Gaviria, Rafael Herrera, Justo Gonzales y Ludovico Duque quienes definieron este territorio como “La Montañita” para luego por las características naturales bautizarlo como “Mundo Nuevo”. El ámbito social y poblacional fue creciendo hasta todos llegar a la conclusión de que la vereda necesitaba una iglesia y una escuela. En 1934 al haberse conformado muchas familias y los niños al necesitar una buena educación, el señor Rafael Herrera ofreció una casa que llamaban “Maracaibo” la cual sirvió como escuela; en ella daba clases una señorita llamada Lila que vivía en el sector de El Salado y cambiaba sus servicios por los productos de la región.

En 1936 se inició la construcción de la escuela en la parte alta del barranco, constaba de un aula grande y un tablero, se construyó en bareque y esterilla por algunos de sus fundadores, Pedro y Amadeo quienes servían a la comunidad como carpinteros. En 1937 quedó concluida la construcción y la secretaria de educación de Caldas nombró la primera profesora llamada Cecilia Patiño.
En esa época Pedro en su trasegar por las montañas había encontrado diversas guacas, muchas de ellas solo con objetos de barro, cerámicas y una que otra alhaja de bronce, pero el oro seguía oculto, tal vez por la envidia y la ambición con la que muchos buscaron.
Cierto día, Pedro en una de sus muchas pescas en el rio fue participe de algo que marcaría su vida y su estancia en la vereda. Se encontraba agachado sobre una piedra, esperando que las sardinas y briolas salieran a comer las migajas de arepa que solía llevar como carnada, normalmente andaba con Enrique su hijo, pero ese día no lo había llevado, únicamente lo acompañaba el sonido del rio y los pájaros que revoloteaban de un  lugar a otro. En su meditativa acción de lanzar el anzuelo al agua, vio a lo lejos a un niño que lo llamaba, algo extraño, pues en esos tiempos ningún niño andaba solo ni mucho menos con un sombrero tan grande, descalzo y con el atuendo de un viejito. A Pedro le pareció extraño, aunque se le hizo conocido, pues cuando era Consota había tenido un encuentro con alguien muy similar, siguió su camino hacia el y al inclinarse un poco para detallar su ojos, este desapareció y reapareció unas piedras más adelante con una leve sonrisa en sus labios diciéndole mientras Pedro quedaba estupefacto las siguientes palabras:
-Aún me recuerdas Maicon, de nuevo nos encontramos pero con la pequeña diferencia que no soy el espíritu protector de las aldeas Quimbayas, pues ahora después de que fueran violados todos los pactos entre el humano y la naturaleza, entre el humano y los espíritus protectores, serán ustedes, sus hijos y los hijos de sus hijos quienes sufran con miedo, el buscar lo que debe quedarse enterrado.
Tras escuchar las palabras del duende, como lo definió, Pedro corrió a su casa con la intención de informar a sus amigos lo que había visto, pero fue tomado como un loco y Nadie creyó ni una sola palabra de lo que decía.
¿Qué quiso decir el duendecito ese? Se preguntaba cada vez que caminaba hacia el rio con la intención de encontrarlo de nuevo, pero no encontraba ni al ser misterioso ni las respuestas que le aliviaran su curiosidad.
En 1950 después de abrirse la carretera y cerca de la construcción que servía como iglesia, fue ubicada en una gruta del barranco gracias a doña Julia Gutiérrez, la estatua de la virgen que sirvió para fomentar las creencias católicas de la vereda; allí se congregaban todas las familias a orar y a suplicar para que en la vereda ninguna forma de violencia llegara. Pedro sabía que las peticiones se cumplirían si los que buscaban los entierros dejaban su ambición, como el lo había hecho; tal vez las armas de fuego no llegarían hasta allí, ni la violencia se extendería con la chusma, con los liberales, ni con los conservadores, pero si lo que el duende decía era verdad, se aproximarían torturas peores de la mano de espantos, fantasmas, entierros y cosas extrañas.
Muchos de los llamados convites se reunieron para encontrar el entierro de Consota, del cual especulaban e inventaban diferentes historias; unos decían que en el entierro había una figura con poderes curativos, otros que en la tumba estaba un tesoro gigantesco, custodiado por momias espeluznantes que devoraban gente; Pedro se aproximaba a creer más la primera versión pues el en las manos de Consota tuvo la figura que lo había puesto a dormir y a viajar, mas que su valor monetario, su valor espiritual era lo importante y no debía caer en manos de alguien que no fuera elegido o que no llevara la misma cadena genética de los Consota.
Muchos intentos por lograr descubrir el sitio donde estaba el tesoro fueron llevados a cabo, pero de las grandes devastaciones de monte solo quedo el cansancio logrando anchar mas la brecha entre la convivencia de ambos mundos. Muchos de los guaqueros se perdieron sin aparecer noticias de ellos, otros llegaron con serios trastornos mentales. Surgieron muchas leyendas sin existir pruebas, de que a algunos ambiciosos buscadores, un ser envuelto en hojas y bejucos los devoraba con sus puntiagudos dientes y con su enorme boca, pero terminaban solo en especulaciones y en el temor que las exploraciones empezaron a traer consigo.
 Las noches en la vereda se tornaron llenas de misterio a la vez que la fe católica era el único remedio para aliviar el miedo de la comunidad.
Pedro tras ser participe de varios sucesos y al notar el cambio en las creencias de la gente inició la búsqueda de la figura que por fin lo llevara a ser Maicon de nuevo; aunque se sentía feliz de poder conocer la historia a flor de piel y de ser participe en la fundación de su vereda bajo otra identidad, necesitaba ser el mismo, retomar su propio camino.
-Cuanto desearía tener a Yemoa  y ser Maicon de nuevo.
Pensó.
-Pero si el destino me tiene soñando aún, debe ser por algo, creo que mi misión no se ha completado aún.
Cuando sus hijos e hijas se casaron y tomaron diferentes rumbos, Pedro comenzó a sentirse vacío, solo con la esperanza de encontrar la figura. Aunque pasaron varios años y se desplazó a la vereda El Contento a ayudarle a administrar la finca a su yerno Hernando Gaviria esposo de Leonílde, visitaba cada ocho días en Mundo Nuevo a sus otros hijos, Enrique, Josefina y Mariela, aparte de la intención de avanzar más en su búsqueda.
En la parte mas alejada de la finca de Pedro en las cercanías de la carretera, se desató una serie de sucesos que para muchos eran guacas alumbrando o ánimas que querían mostrar algo, pero entre sus ojos siempre permanecía la idea de hacerse ricos con los tesoros que allí y en otros lugares encontrarían. La gente buscó en todas partes encontrando solo escombros o en su defecto artefactos de cerámica.
Santiago Sepúlveda un vecino de Pedro, cierto día venía caminando desde la ciudad a la que llamaban el pueblo, eran cerca de las doce, botellas de aguardiente en la mano, tabaco y cantando a la luz de la luna escuchó una respiración fuerte detrás de el, volteó y no había nada, siguió caminando y metros más adelante vió un hombre que se acercaba.
-¡Compadre, con quien tengo el gusto!
Quedo impresionado cuando logró ver que quien se acercaba saltaba en un solo pie y más cuando al tenerlo al frente vio que tenía una larga caballera, una boca grande y un feo y enorme pie. Sin dudarlo dejó caer la botella que se estallo contra el suelo y el tabaco que se hiso cenizas, corrió hasta llegar al barranco donde estaba la virgen y allí perdió la borrachera rezando hasta que amaneció. Al día siguiente dicen que solo lo vieron con su esposa su hijo y todas sus pertenencias empacadas, tiempo después volvió para contar la historia.
Las historias tomaron nombre, según los que las vivieron y como las vieron; la madremonte que cuidaba los árboles, el duende que envolataba niños, la llorona que aterrorizaba los ríos, la patasola que asustaba borrachos saltando en su camino y otras tanta de indios que arrastraban cadenas.
Lo que más esperaba Pedro era que si las personas buscaban cosas ocultas que estos espíritus protegían, lo hicieran solo en las cercanías de la vereda y no donde el creía que podía estar el entierro, de donde muchos salieron mal librados.
Como en el caso de  Ernesto hijo de don Justo, quien acostumbraba bajar al rio a pescar a altas horas de la noche, sin miedo alguno que le interrumpiera su camino; por ser un hombre soltero y molestar a cuanta señorita veía fue el protagonista de una tétrica historia. Ernesto caminaba de piedra en piedra haciendo estación cada diez minutos, cada que bajaba a pescar andaba o calculaba unas diez cuadras para su trayecto ya que era una buena época de pesca, faltando una hora para regresar a su casa, vió a la distancia a una mujer joven, esbelta, vestida y envuelta en un brillo blanco que llamó su atención:
-¡Dónde estarán mis hijos… dónde estarán mis hijos!
Decía con una voz delirante.
-¿Cuáles hijos, mujer?
-¡Donde estarán mis hijos… dónde estarán mis hijos!
Repetía con desespero en cada palabra.
-Será ayudárselos a buscar.
E inmediatamente se dirigió a ella para servirle en algo, pero al ver su cara y sus ojos brotados de tanto llorar, dio un enorme grito y como alma que lleva el diablo subió a la colina y a los gritos despertó a su familia, les contó lo sucedido pero como siempre sucedía muy pocos le creyeron.
Pedro se armo de nuevo con azadón, palín, pala y machete y junto a su yerno Hernando, se dirigieron a donde supuso estaba la mina que muchos años más adelante se dejaría ver ante el mundo.
Fueron largas noches de limpiar el monte, fue infructífera la exploración, lo que llevaba a Pedro a pensar que toda su vida o lo que le quedaba de ella estaría sujeto a una muerte normal y no al desprendimiento extemporáneo que  anhelaba por medio de la figura. El sitio estaba totalmente cubierto por el espeso monte sin dejar que ubicaran exactamente las coordenadas que Maicon llevaba en su mente.
Encontrar la figura se convirtió en una obsesión para Pedro, pues cuando Maicon estaba en el cuerpo y en el contexto histórico de Consota esta aparecía en sus manos sin tener que buscarla.
Nunca tuvo encuentros con el duende que en dos ocasiones le comunicó hechos importantes, solo tuvo sueños que se hacían cada vez más intensos; en los que veía y escuchaba indios arrastrando cadenas y pidiendo su libertad, guerra, muerte y sangre que estigmatizaban su pensamiento con la impotencia de haber estado en ese tiempo y no poder haber hecho algo.











Al despertar el mismo libro que Consota dibujaba estaba encima de su pecho, se sentó y lo abrió y se percató de que tenía muchas hojas en blanco, de inmediato supo que esas páginas estaban reservadas para esa época y para continuar plasmando todo lo que había vivido y todo lo que estaba viviendo, sin nunca haber dibujado supuso que de algo servía en su interior tener el alma de un dibujante, de Maicon y en cierto modo de Consota quienes tuvieron el cometido de pintar en ese mismo libro todos y cada uno de los acontecimientos de su época. Así fue como visito a todos sus vecinos y escuchando sus historias, interpretó todo el miedo que la gente guardaba, miedo que en realidad era el sustento para que cada ser sobrenatural existiera y conservara la esencia de la naturaleza y del planeta, como sus fieles protectores. Su libro mítico era su prioridad, el afán por encontrar la figura se fue opacando tras cada dibujo y símbolo que plasmaba según la interpretación de cada una de las vivencias de Consota, Pedro y Maicon, su principal interés en ese momento era terminar el libro y mostrarlo para que quien lo viera, descubriera también el gran valor de los espíritus guardianes de la naturaleza.
Pasaron muchos años hasta que la energía se le fue acabando y fuertes dolores estomacales lo acosaron debilitando su vida, haciendo lo único que podía, tallar elementos cotidianos de madera, contar historias a lo niños, comer cucas y recordar su efímera vida como Consota al lado de Yemoa.
Eran las 5 de la tarde, un lunes 17 de octubre de 1961, estaba en la vereda El Contento cuando su intenso dolor de estómago que venía siendo tratado con medicinas despertó intensamente de un momento a otro, en su afán por llevarlo a través del lejano camino hasta la ciudad, sentado en una silla a espaldas de su amigo don Ángel, trabajador de las fincas vecinas y acompañado de su hijo Enrique y su nieto Eduardo, descolgó su cabeza en su última exhalación mientras escuchaba como su yerno Hernando le decía a don Ángel con tristeza en sus palabras:
-¡Ángel has matado a mi suegro!
Doblegándose ante la muerte y ante el tiempo, Maicon despertaría en otra curiosa aventura y en otro espacio desconocido.



CAPÍTULO 7

EL LIBRO


La brisa y la lluvia se alojaban sobre la piel de Maicon, haciendo que este lentamente despertara, abrió sus ojos hasta reconocer que estaba en el mismo sitio donde había caído desde el árbol de guayabas.
-Fue un sueño… ¡soy yo… soy Maicon!
Pensó, mientras se palpaba a si mismo como si no se hubiera visto en mucho tiempo.
Tomó su libreta de dibujo, la cual no tenía ni uno solo referente a la figura y pensando en ella se dirigió al poso donde en su alucinación la encontró. Como si fuera un dejabú, sumergió su brazo en el poso pero no encontró nada que le indicara que lo que había vivido tenía algo de cierto.
El desconsuelo de saber que Yemoa nunca existió, partió su corazón en dos. Solo se dió por vencido hasta que diviso todo el panorama y observó cada detalle, pero nada le indicaba ni un solo detalle de la existencia de la figura.
 Emprendió su camino de regreso a su casa, subió la pavimentada acompañado del sol que se ocultaba con la llegada sin previo aviso de una tenue y hermosa luna llena, se detuvo y desde la parte alta de la carretera recordó el mismo atardecer que vió cuando era Consota. Esta vez cientos de años después Yemoa no lo vería.
-¡pssssssss… ey, usted venga, no haga ruido, rápido!
Alguien que estaba oculto en un cultivo de café, llamó su atención haciendo que olvidara su expectación en el paisaje.
-¡Venga en silencio… mire!
Maicon obedeció, procurando no hacer ruido y acercándose cautelosamente a quien lo llamaba, dejó llevar su mirada a lo que el dedo del hombre señalaba. Reconoció inmediatamente al duende que dimensiones atrás se le había presentado, en esta ocasión estaba jugueteando con un niño que por su mirada parecía embobado. El hombre quedó inconsciente por la impresión de ver un duende, mientras Maicon sonreía, pues ya conocía dichas conmociones. Su primera intención fue acercarse a el y peguntarle que debía hacer para ver a Yemoa nuevamente y así lo hizo, paso a paso mientras se acercaba escuchaba lo que el duende le decía al pequeño niño:
-Vivo solo no tengo con quien jugar, niños que jugaban en el agua conmigo ya no están, solo me dejaron y me rechazan por no ser humano.
Interrumpió sus palabras al ver a Maicon.
-Que haces aquí muchacho, eres tú, que alegría verte, al menos un humano que no se desmalla con verme o que me tira bobadas para que yo me entretenga y lo deje en paz. Se que andas buscando la figurita aquella, pues te digo, esta perdida, el lugar donde Consota la dejó fue deshonrado y ahora no sabemos en manos de quien esta, el pacto con los humanos se rompió… no te preocupes por Yemoa también ella tuvo su sueño y también ella te esta buscando. Por el momento solo hay algo más importante, recuperar las historias perdidas, debes completar el libro que contiene toda la historia que guarda tu memoria, todas y cada una de las leyendas y mitos de las diferentes razas incluyendo la humana, no son solo dibujos y símbolos, también es la energía de cada espíritu y su importancia en la conservación y existencia del planeta… complétalo, llévalo a sus dueños y así evita que los espíritus pierdan su esencia y que la naturaleza se desestabilice, la alianza debe vivir.
Cada palabra del duende le hizo comprender a Maicon que nada había sido solo un sueño, la misión que siempre se preguntaba cual era, el mismo la había estructurado como Consota y ahora la tenía que cumplir. Aparte de eso sabía que Yemoa estaba viva y que la figura si existía.
El duende desapareció y el niño que allí estaba recuperó la razón e inmediatamente preguntó por sus papas, Maicon se inclinó y le pregunto donde vivía, el niño le dijo que era hijo de don José y que vivía cerca de la escuela. Tomó el niño de la mano y lo llevó carretera arriba en busca de sus padres.
Al llegar la mama preocupada le dijo al niño:
-¡Mijo donde estaba, que se hizo!
Y mirando celosamente a Maicon le preguntó:
-¿Quién es usted, que hace con mi nene?
-Lo encontré solo caminando cerca de la curva y pensé que lo más responsable era llevarlo con sus papas y aquí lo tiene.
Respondió mirando a la señora quien poco cuidado le puso mientras abrazaba a su hijo; dió la vuelta y sin comentar nada acerca del duende se alejó del lugar.
Al llegar a su casa que quedaba cerca del sitio que llamaban tres esquinas, se encontró con sus amigos quienes lo invitaron a salir a uno de los bares cercanos a la universidad, pero extenuado se negó, les deseo suerte y entró a su casa, en donde pensaría como y en donde encontrar el libro.
Lo primero que hizo al entrar fue abrir la nevera, descongelar los frijoles y calentarlos, mientras preparaba su comida, licuó un jugo de mango, asó un buen pedazo de carne y encendió el radio para ponerse al tanto de lo que acontecía en el país.
-¡Atención, las inundaciones están causando estragos en diferentes departamentos del país a raíz del invierno, volcanes como el nevado del Huila, el Galeras entraron en alerta roja misteriosamente, varias devastaciones han provocado los terremotos de las últimas horas en Europa y África, los diferentes gobiernos entraron en!...
Maicon apagó el radio, turbado por las noticias que acababa de escuchar.
Después de comer y al llegar la noche se acostó en su cama, por la ventana se alcanzaba a escuchar las voces chismorreando, los perros ladrando persiguiendo motos y el equipo de su vecino Sergio que nunca se apagaba a esa misma hora, el ruido terminó por arrullarlo y se hizo presa del sueño.
Esa noche tuvo un misterioso sueño donde tenía la visión de ver a Yemoa sufriendo, bañada en sangre y persiguiéndolo para matarlo, Maicon corría y corría, pero Yemoa o el ser en el que estaba convertida clavaba sus uñas en su espalda para no dejarlo.
Maicon despertó sudando, se levantó de su cama y tomo de la mesa de noche el vaso con agua que nunca le faltaba, se dió el primer sorbo y luego quedo atónito pues por segunda ocasión el libro aparecía junto a el después de un sueño. Toda la noche pasó despierto observando el libro, sin perder ni un solo detalle de lo que Consota y Pedro habían dibujado, no solo narraba con ideogramas la naturaleza de dos culturas, al parecer el libro tenía más de un milenio. Así transcurrió hasta llegar el amanecer y comenzar de nuevo un día de búsqueda.
Su intención en ese día era visitar a las personas que tenían historias casi olvidadas y sobre todo investigar pistas que lo llevarán a la ubicación de algún espíritu guía, para empezar tenía que localizar a los descendientes de Pedro, a quienes lo conocieron personalmente y por consiguiente ubicar los sitios donde más se presentaban sucesos extraños. Verdaderamente se encontraba en una encrucijada, cuestionándose si el era el nuevo guardián del libro, de ser así tenía que evitar que el tiempo carcomiera las páginas del vademécum.
Maicon era de las personas que aprovechaba al máximo caminar y yendo hacia la casa de Don Manuel Gómez, de los mas conocedores del rio, encontró a su amigo Pablo uno de los nietos de Pedro quien lo acompaño a donde el se dirigía, en el camino le contó sobre un espanto que lo asustó en la que llamaban La Casa del Diablo.
Eran las ocho de la noche cuando Pablo venía de la tienda de doña Lilia, al aproximarse a la curva de la carretera en la que estaba la casa, vió un hombre muy pequeño, que a medida que se acercaba se hacía más grande, hasta superar lo dos metros y medio, al tenerlo al frente lo único que pensó fue en correr y devolverse a la tienda  a esperar que alguien pasara para cruzar acompañado. Algo parecido le pasó a Marcos Echeverri quien subía por el mismo lugar cuando de pronto sintió un peso en la parrilla trasera de su jeep, al mirar por el retrovisor se llevó la misma sorpresa.
Las historias que Maicon había escuchado por parte de Pablo despertaron su curiosidad en esa casa en obra negra que también muchos llamaban la vuelta del diablo.
Al llegar donde Don Manuel fueron recibidos con leche de cabra caliente y con la historia de un duende que había envolatado a Ramiro su hijo, quien estuvo perdido durante dos semanas y apareció debajo del piso de una habitación, con los ojos volteados y pronunciando palabras incoherentes. A la conversación se le sumaron otros hijos de Don Manuel que contaron también historias muy similares.
Después de un rato y de despedirse de la humilde familia, fue llevado por una camioneta que subía hacía La Bella, pidió que lo dejaran cerca de la casa del señor Pedro Ayala.
-¡Don Pedro, don Pedro!
Al notar que nadie había, pensó en subir a la tienda de Puerto Rico otro sector de la vereda, donde normalmente se hallaba don 
Pedro jugando billar.
-¿Don Pedro?
-¿Quien pregunta por mi?
Respondió toscamente.
Maicon se presentó y le propuso un chico de billar el cual el señor no despreció.
-Yo conocí a Pedro hace muchísimo tiempo, en ese tiempo solo estaba de visita donde una prima y vine acompañado de un amigo que se llamaba Zoilo Colorado, al cual le paso algo que a usted le interesaría saber.
La charla se hizo amena al ritmo del sonido de las bolas de billar, bajo la historia que don Pedro empezó a contar:
-Ese muérgano pa´ manejar el machete era un verraco, mas de una vez el, una muchacha de Salamina Caldas, un señor Adolfo y yo nos careábamos a punta de peinilla, solo por deporte, pero el muy bellaco siempre nos calentaba la espalda, fue tanta la fama que cogió que las mujeres lo perseguían y entre ellas una que le hizo pasar un mal rato. Resulta que Adela como se llamaba la muchacha, se enamoró de el y cuando este decidió regresar a Filadelfia su tierra natal, empezó su martirio; la muy hijuemadre era bruja e hizo todo lo posible por amarrarlo, no lo dejaba dormir, le hacia chupados mientras dormía y cosas así, hasta el día que el dijo no mas, buscó a un brujo que le dijo como atraparla en su casa y no dejarla ir, hizo bendecir el machete, se armo de valentía y espero toda la noche hasta que llegara y así fue, el animal ese llegó y el la busco y la buscó hasta que la logró cortar con el filo, puso el machete en la cama y le dijo que se fuera si quería, entonces abrió la puerta y pudo dormir tranquilo. Al día siguiente llegó la muchacha que lo molestaba con un brazo herido y le confeso todas las que le hizo, luego le dejo una medalla y jamás se volvió a saber de ella.
-¿Que medalla era esa?
Preguntó Maicon.
-Pues si me gana se la regalo.
Y así fue como, tras un chico de doscientas carambolas, a duras penas Maicon logró ganarle a don Pedro y recibir la medallita de bronce que tenía un árbol tallado en las dos caras.
-Ahí se la entrego igual a mi no me sirve, le servirá más a usted.
Dijo con el ánimo de un buen perdedor.
-¿Pero no se valla, quédese y se toma una fría?
-Gracias don Pedro pero debo seguir conociendo a la gente de mi pueblo, igual, luego lo busco para saber si le gané con meritos o por simple y llana suerte. ¡Hasta luego!
-Adiós mijo, le deseo suerte.
 Después de la amena charla con don Pedro, Maicon bajó hasta el sector que llamaban Los Parras, de allí logró rescatar varias historias que se relacionaban con las minas de oro, de bronce, de sal y del duende que rondaba las casas cercanas y del bebé que lloraba incesantemente, las mismas historias contadas en diferentes versiones.
Según don José Naranjo la historia del duende era muy conocida, ya que muchos lo habían visto, cuando estaban lavando ropa, cuando bajaban a pescar o cuando había niños jugando cerca de los ríos o quebradas. Se dice que son espíritus traviesos, pequeños diablillos perversos e impertinentes, con hermosos trajes, cubriendo su cabeza con gigantescos sombreros de paja, sucios y despedazados, bajo la apariencia de un enanito o un niño de poca edad.
Son juguetones, traviesos y dan suerte, prosperidad, dinero, joyas y ayudan en las labores del campo, habitan en los troncos de los árboles, se les ve en los días calurosos, son enamorados, cuando no son correspondidos y tienen un rival se encargan de hacerle la vida imposible, acosan a las mujeres adolescentes, cambian las cosas de sitio, esconden las herramientas del campo y por lo general no les gusta que la gente trabaje.
Se cree que son almas en penas que no fueron bautizadas y la única forma de desterrarlos es llevando un sacerdote para que practique un exorcismo y bendiga la casa o simplemente cambiar de domicilio con mucho cuidado de no dejar pistas para no ser perseguido.
Muchos como don Reinaldo Ramírez fueron victimas del terror que sembró la madremonte o madreselva, muchos campesinos la describen como una mujer corpulenta vestida de musgo, enraizada en los pantanos y que vive en los nacimientos de los ríos y quebradas o cerca de las grandes piedras, al tener su cabeza rodeada de enredaderas su rostro no deja ver.
Es una ninfa de los montes que grita de dolor cuando una criatura del bosque cae en manos de los cazadores o cuando los arboles son talados. Persigue a los vagabundos, a los leñadores a los esposos infieles a quienes pelean por linderos, haciendo maldiciones sobre sus bienes, les borra el camino y les produce mareo a los que andan en malos pasos.
Para evitarla muchos utilizan fumar tabaco y llevan en sus bolsillos medallas benditas y escapularios. También al verla de frente se le debe insultar, darles fuertes latigazos y no demostrarles temor.
Maicon recordó que cuando tenía la identidad de Pedro, dibujó el libro con historias muy parecidas a las que sus vecinos le contaban, en esa ocasión lo hizo por aliviar su soledad, pero en esta oportunidad no solo eran las historias, sino la construcción de un mapa con las pistas que rescatara de ellas que lo llevara a localizar el vademécum y descubrir lo que debía hacer después.
A sus oídos llegaron los comentarios de algo que cada víspera de los días santos o de los difuntos se veía en la montaña que quedaba frente a la vereda el aguacate; un guando o barbacoa asustaba a quienes tenían que cruzar el rio y subir la montaña para llegar a sus casas, se les presentaba en forma de cuatro personas que llevaban a un difunto en un ataúd de guaduas.  “Meta el hombro” era lo que mucha gente escuchaba al verlo pasar, la visión se desaparecía rio abajo exactamente donde comenzaban los caminos que conducían a El Salado.
 A través de la historia las personas  comentan que era un hombre muy avaro que no colaboraba en los entierros de los vecinos y en el momento de morir cuando lo llevaban cargado, pasando un puente el ataúd se hizo tan pesado que cayo al rio y fue imposible encontrarlo
Maicon pasó varios días de búsqueda, de escuchar y divagar entre las palabras de la gente, de escuchar las historias de los abuelos que habían sido dejados a un lado, por las nuevas diversiones tecnológicas que los niños encontraban. Maicon visitó a casi veinte personas de mayor edad en la vereda, hasta empezar a atar los cabos sueltos que las historias fueron expulsando.
La leyenda de la mula de tres patas capturó su curiosidad, pues al saber que muchos escuchaban una mula que corría y su galope era irregular, la relacionaron con la historia de un arriero que llevaba una carga de oro y esmeraldas, al pasar cerca de un abismo la mula tropezó y la carga cayó al precipicio, el arriero enfureció y arremetió a machetazos contra la mula mochándole una pata y arrojándola también.
Además la historia que parecía ser la pista clave en su proceso de indagación. Se trataba de la leyenda de la madre de los ríos y quebradas, a Maicon se le hizo muy extraña ya que la historia hablaba de la hija de un español que se enamoró de un líder indígena a quien su padre tenía secuestrado con el objetivo de conocer el sitio donde se localizaba su tesoro, la mujer al enterarse de tal agravio ayudó a escapar al indio y tras abandonar a su padre inicio una nueva vida en la que tuvo un hijo; desafortunadamente el padre se enteró de la supuesta traición, asesino al indio y al bebe lo lanzó a un rio, la madre por evitar que este muriera se lanzó tras el y se ahogó, desde entonces los ríos y quebradas son su habitad y desde ellos atrae a los niños que se dejan llevar por su melodiosa voz para luego hacerlos ir hasta el fondo del agua.
Cuando Maicon estuvo en el cuerpo de Consota, su hijo mayor, Cuanpé desapareció y tiempo después reapareció al lado de una mujer muy hermosa y diferente a los de su raza, lo hicieron en el momento en el que Consota estaba agonizando, la imagen de la aparición de su hijo en ese momento fue olvidada ya que Maicon tenía su mente en otro lugar.
La mujer era la hija del español que secuestró y asesinó a Cuanpé y ahogó a su bebe.
Se dice que cada que es cometida una injusticia, los espíritus persiguen eternamente a los culpables, por lo tanto ellos serian el camino para llegar al ladrón de la figura y de los tesoros de los Quimbayas, para lograrlo era ineludible completar el libro iniciado por los ancestros de Consota.
No obstante muchas de las historias narradas por Maicon ya habían sido contadas por Pedro, la diferencia que existía era el modo de operar de cada espíritu, sus acciones pasadas estaban llenas de paz, pero después de la conquista y posterior colonización, la ruptura entre las relaciones se hizo notoria.
Maicon terminó por conocer el pensamiento de las personas de su vereda, sus creencias e ideologías, producto del mestizaje y el catolicismo que desde antaño se veía reflejado en los principios morales de la comunidad.
Al intentar encontrar algo diferente, Maicon con permiso de los dueños visitó dos casas que fueron lugar de espeluznantes historias, una fue “Rancho quemao”, definida así por la historia de una ancianita que hace muchísimo tiempo dejó una veladora con la que adoraba a los santos, prendida desgraciadamente esta se acabó dejando las llamas propagarse por la mesa en la que estaba hasta las paredes y el techo. Al día siguiente de la anciana y de la casa solo quedaban las cenizas, desde entonces quienes han vivido en la vivienda que fue construida sobre el mismo lugar escuchan llantos y gritos. Según los comentarios que mucho tiempo atrás don José Mentiras como lo llamaban tuvo la visión de una guaca alumbrando en el patio, aunque dudaba mucho de la veracidad de las palabras de don José, Maicon esperó por varias noches atento a cualquier evento raro, pero misteriosamente lo que vió no fue en ese lugar, sino en “la casa del diablo”, cuna de muchas leyendas, que quedaba cien metros diagonal a la derecha de “Rancho quemao”.
Al salir atento a lo que alumbraba, la luz se apagó paulatinamente, fue extraño ya que si entraba de nuevo a rancho quemao la luz se hacía visible como si fuera el punto exacto para activarla, decidió entonces buscar la ayuda de alguien que se hiciera en el lugar mientras el corría hacia la luz, evitando que se apagara, fueron muchos intentos nulos, muchas personas que intentaron ayudar pero esta misteriosa guaca no se dejaba ver.
Con cámara fotográfica y de video en mano, Maicon registró ambos lugares hasta conocer cada rincón y espacio legible, tal vez de este modo alguna pista aparecería, pero al transferir los datos al computador la sorpresa fue impactante. Se encontraban iluminados muchas siluetas que estaban plasmadas en el libro desde los tiempos de Consota, sus apariencias estaban difusas, como si desaparecieran, se alcanzaban a percibir veinte figuras y el espacio de una  que faltaba, todas permanecían estáticas alrededor de algo que no se veía.
Las fotografías, videos y el libro fueron observados minuciosamente por Maicon, tratando de descifrar el enigma que la situación envolvía. Pasó mucho tiempo y Maicon tras haber escuchado y dibujado muchas historias, vió como las pocas páginas del libro se acababan hasta llegar a faltar solo una, una que no tuvo idea para que o para quien estaba destinada.
Totas las personas habían hablado, todos tenían un espacio en el libro, menos el, puesto que había vivido tres épocas diferentes, fue siempre el interprete. Sin dudas en sus manos y haciendo uso de su memoria dibujó la figura clave en todo el proceso de búsqueda. Trazos y trazos fueron completando el recuerdo, la imagen viva que habitaba en Maicon, la última página había sido utilizada.
 Según las páginas dibujadas por los ancestros de Consota, en el pasado se forjaron una alianza, en la que los espíritus o dioses de la naturaleza y los humanos velarían por la salud del planeta,  según los dibujos, hubo una reunión en la que ambos mundos decidieron proteger el camino hacia la esencia divina.
-¡La figura, pues claro, la figura es la esencia, como no se me ocurrió antes!
Maicon se dirigió a la casa modelo de sus fotografías, con libro en mano y con la medalla que Pedro Ayala le había otorgado, se dispuso a entablar un contacto con los que creía  eran los verdaderos dueños.
Estando en el sitio Maicon habló:
-¡Estoy aquí, traigo conmigo el libro, lo prometido es deuda!
Una sombra se acercó y mostrando una horripilante forma hizo que cayera de espalda. Desde el suelo Maicon extendió su brazo mostrándole la medalla e inmediatamente la sombra se hizo luz y otras mas aparecieron rodeándolo.
-¡Traigo el libro, les pertenece,  deben conocer quienes son ustedes para el mundo!
Hablo con su voz temblorosa.
Al ver a todos los seres en círculo, entendió que el espacio que faltaba le pertenecía a el y que la atención debería prestársele al libro que ubicó en el medio. Se acopló al redondel y poco a poco su cuerpo fue tomando la forma de Pedro, la sensación fue sorpresiva y se consumó cuando de si mismo el aura y el cuerpo de Consota fueron floreciendo… así pasaron varios segundos en los que el cuerpo de Maicon se transformó en personas que nunca había visto pero que supuso eran indígenas antecesores de Consota y Yuamé, humanos eslabones de la cadena de protectores de la estabilidad de la naturaleza, de la figura.
Miles de pensamientos y de visiones pasadas, presentes y futuras acosaron el estado meditativo de Maicon, mientras del libro salían luces que se proyectaban en el firmamento y purificaban el lugar.
-Tal vez quienes puedan ver tal suceso, señalarán el lugar, como una guaca más que excavar.
Pensó.
De un momento a otro, las luces cesaron y un portal se abrió llevándose del libro, todas las historias y los dibujos. Los espíritus se esfumaron, dejando a Maicon solo en el lugar, un frio y helado viento le atravesó los huesos, 
miró hacia arriba descubriendo miles de estrellas, sintió nostalgia y desconsuelo pues no tenía ni idea que le depararía el futuro.
El libro había quedado solo con las páginas en blanco, mostrándole que una nueva época se aproximaría, pero tal vez ahora el mismo ser humano tendría que formar una alianza consigo mismo en un ámbito de tolerancia y hermandad entre toda las naciones en pro del planeta, pues la naturaleza en su estado de descomposición no tendría espíritus que la protegieran.
Como Alicia en el país de las maravillas se sintió Maicon al despertar y ver que estaba en el mismo lugar donde había caído del árbol de guayabas, rápidamente se paró y asustado corrió hacia los pozos de agua salada, en uno de ellos vió un brillo y al intentar sumergir su brazo en el, vió que se trataba de el reflejo de la luz del sol.
El misterioso suceso quedó marcado en la memoria de Maicon y quedará marcado como una de las leyendas de nuestro país.
No digas que no vale la pena… aquí estas y del tiempo no huirás.
  
EL ARRIERO DEL TIEMPO



No digas que no vale la pena… aquí estas y del tiempo no huirás.



ÍNDICE


Capítulo 1: Quimbayas                                                                        

Capítulo 2: El señor conserva su origen                                           

Capítulo 3: Una vida desconocida                                                    

Capítulo 4: Opofusión: encuentro con el guerrero                         

Capítulo 5: Dilapiclive: dilapidación y declive del espíritu Quimbaya 

Capítulo 6: Renacimiento cultural                                                    

Capítulo 7: El libro                                                                              



GLOSARIO


Arriero: Persona que trajina con bestias de carga.
Opofusión: Oposición de las culturas indígenas nativas, contra la perdida de su identidad y fusión por el choque de las culturas entre los diferentes grupos humanos que convergieron en la época de la conquista y la colonización en los alrededores de El Salado Consota, hoy la vereda Mundo Nuevo
Creencia: Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos.
Crónica: Historia en que se observa el orden de los tiempos.
Cultura: Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.
Dilapiclive: Dilapidación de la idiosincrasia del grupo indígena Quimbaya y declive de las manifestaciones culturales y artísticas en busca de la supervivencia.
Exiliar: Expulsar a alguien de un territorio.
Explotar: Utilizar en provecho propio, por lo general de un modo abusivo, las cualidades o sentimientos de una persona, de un suceso o de una circunstancia cualquiera.
Guaca: Sepulcro de los antiguos indios. Tesoro escondido o enterrado.
Identidad: Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.

Leyenda: La leyenda es una narración tradicional que corresponde a medios históricos reales y acontecimientos inmateriales, que tienen como cometido ser leídas. Leyenda se origina del latín medieval “legenda” o “lo que concierne ser leído”. Las leyendas son realidades que a medida que transcurre el tiempo y se traspasan, son encumbradas y tomadas como prototipo en la línea de tiempo de las descendencias futuras. Entre los mitos y las leyendas existe una estrecha relación que radica en su origen, pues los mitos son fantásticos mientras las leyendas se basan en un hecho real que se ha enaltecido. Como enuncia Obregón (2001): “Es que los mitos van hilando leyendas que siempre más sobrevivirán en el fondo de la historia” (p.28). Las leyendas son relatos que justifican prácticas y costumbres y divulgan el origen de ideales religiosos; de allí que sean protagonizadas por héroes o personajes que puedan servir de modelos a una comunidad.
Mito: El mito del griego “Mythos” quiere decir fábula, es una narración encomendada a sucesos religiosos que, basada en un hecho real, histórico o filosófico declara la génesis del universo, los comienzos del mundo y eventos de naturaleza ilustre, lucha, coraje y astucia, a través de la palabra. Eliade (1985) presenta la siguiente declaración: “el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total el Cosmos, o solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución.” (p.12). En los mitos aparece la relación que se establece entre los aspectos sagrados y milagrosos con los de carácter humano.
Precolombino: Anterior a los viajes y descubrimientos de Cristóbal Colón.

Religión: Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.
Vestigio: Ruina, señal o resto que queda de algo material o inmaterial.
Yacimiento: Lugar donde se hallan restos arqueológicos.

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